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Mientras en Panamá comienza a sesionar el IV Foro de Jóvenes de las Américas, también calificado por algunos colegas de la prensa como el “Foro de la PepsiCo” por la fuerte presencia de la transnacional que factura más de mil millones de dólares anuales en cada una de las 22 marcas que posee, los representantes del Gobierno de Estados Unidos pasean la escoba por el camino que los llevará a la VII Cumbre de las Américas.
Para los cubanos la frase “limpiar por donde ve la suegra” significa darle paso a una acción puramente cosmética, sin compromiso con la esencia, y mucho de eso hay en las últimas acciones de EE.UU. que evidentemente está preocupado por la reacción de Latinoamérica ante la torpeza de declarar a Venezuela como un peligro a la seguridad nacional y porque el sueño de llegar a Panamá con un embajada en La Habana devino fantasía.
El presidente Nicolás Maduro traerá a la Cumbre de las Américas una montaña de firmas (más de 9 millones colectadas hasta ahora) pidiendo a Barack Obama que derogue el decreto. Varios Estados de la región e instituciones del mundo se sumaron a la causa y ahora los asesores del mandatario estadounidense intentan restarle importancia calificándola como un mal entendido pues ellos solo emplearon el lenguaje “pro forma” que lleva un decreto como ese.
Venezuela no es un peligro, reconoció ayer Ricardo Zúñiga, quien además sostuvo que EE.UU. ha desarrollado una “expansión significativa” en la región, actitud donde la “reformulación” de las relaciones con Cuba, tras más de medio siglo de hostilidades, aparece como la joya de la corona.
Pero el tema Cuba no es más que otro escobazo de Obama. Con eso intentó ganarse la confianza de la Latinoamérica izquierdista y no le salió del todo bien. Es como si el polvo que esconde debajo de la alfombra insistiera en no quedarse tranquilo.
La isla no cayó deslumbrada ante la promesa de un luminoso futuro de paz. A pesar de la centuria transcurrida, los cubanos aún recuerdan el despojo al Ejército Libertador en el Tratado de París, la Constitución de 1901, la Enmienda Platt y la Base Naval de Guantánamo que aún permanece en el estratégico extremo oriental del archipiélago.
Es por eso que, a pesar de estar dispuestos a avanzar en el camino del restablecimiento de relaciones diplomáticas tal como han declarado las autoridades, no se han dado pasos concretos. No se darán si antes no se le saca de la lista de países terroristas y si no le encuentra una salida al dilema económico en que el propio Bloqueo de Estados Unidos les ha colocado al impedirles que un banco local garantice las operaciones de la Misión diplomática cubana en Washington, tal como establece el Tratado de Viena.
No obstante, el plumero se sigue sacudiendo y Ben Rhodes, asesor de Seguridad Nacional y uno de los que ha participado en los encuentros bilaterales, anunció este martes que no descarta que esta semana haya un pronunciamiento definitivo acerca del tema y que se anuncien las recomendaciones del Departamento de Estado para resolver definitivamente el asunto de la “maldita” lista.
Según las normas, luego de que el presidente solicita la reevaluación, el Departamento de Estado tiene un plazo para entregar su informe y este, antes de los 45 días, notificaría su decisión final al Congreso, instancia con derecho a veto.
El último escobazo al parecer será la visita del presidente Obama a Jamaica, la primera de alguien de su nivel desde que en 1982 el entonces presidente Ronald Reagan intentó reducir la influencia de la Revolución Cubana en el Caribe. Ahora tratan de minimizar el papel estratégico de la alianza entre el Caricom, Venezuela y el Alba a través de Petrocaribe, para lo cual han preparado encuentros con representantes diplomáticos de los estados de la región para que Obama venda su Iniciativa Energética de Estado Unidos para el Caribe.
