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Noble encanto de la madera tallada

Fotos: Cortesía Acaa Ciego de Ávila
Fotos: Cortesía Acaa Ciego de Ávila

Un nutrido público de diferentes generaciones —entre el  cual sobresalen sus alumnos en primera fila— se aglomera  alrededor del artista que, gubia en mano, ha tomado  un céntrico parque donde, con paciencia y seguridad,  va desgastando un enorme trozo de caoba. Tras los cortes  primarios, paso a paso va emergiendo el cuerpo de  un viejo negro africano. En su rostro, el dolor de la esclavitud,  de la tristeza por los recuerdos de su tribu Yoruba,  en Nigeria, donde antes de ser bestialmente cazado y traído a la fuerza al Caribe, era un reconocido Príncipe  en la Sagrada Ciudad de Ife. Allá quedaron solos, y para  siempre, sus hijos, su esposa, sus padres, sus amigos, sus orishas…

Muchas de las esculturas de pequeño, mediano y  gran formato realizadas por el reconocido artesano artista  Joaquín Marcial Sánchez Aguilar (Camagüey, 1952)  recrean temas relacionados con la religión afrocubana, las deidades yorubas, el sincretismo, las civilizaciones prehispánicas cubanas y otros disímiles asuntos relacionados con nuestros orígenes, cultura e idiosincrasia, así como sobre cuestiones de la contemporaneidad insular que atraen la atención por la sorprendente calidad de      su factura.

Este laureado maestro, graduado en el año 1972 en      el Centro Nacional de Creación y Decoración Cuba No.      64 —actualmente Palacio de la Artesanía, en La Habana—,      es uno de los más prolíficos talladores de maderas      del centro-oriente insular —Ciego de Ávila, Camagüey,      Las Tunas—, región en la que es recurrente su presencia      en diferentes salones, talleres y conferencias, tanto para      exponer sus obras como para compartir sus vastas experiencias      con los colegas de esos territorios que acometen      o se inician en ejercicios similares al suyo. Hace algunos      meses tuvimos la oportunidad de apreciar cómo varias      de sus piezas estuvieron entre las más elogiadas por el      público asistente al Salón Provincial Eduardo Martínez,      auspiciado por la filial de la Asociación Cubana de Artesanos  Artistas (Acaa) en Ciego de Ávila, donde su participación      es esperada en cada una de sus ediciones.

Las producciones iconográficas de este artífice se      destacan no solo por la expresividad de sus diseños, sino      además por el esmerado trabajo en el lijado o pulido de las esculturas; la mayoría de ellas concebidas de forma      monolítica, sin empates ni adiciones, que logran así un      ejercicio que sobresale por la recreación original de los      temas. Ello hace distinguible su particular modo de producir      arte, al que él también prestigia mediante los encuentros  con sus alumnos del proyecto Los Tinajoneros,   el cual dirige en uno de los barrios de su natal ciudad de  Camagüey.

La talla en madera es uno de los oficios que generalmente      se transmiten de generación en generación —de      abuelos a padres y de estos a los hijos— y que ahora      se halla en franca recaída internacional, sobre todo en      algunos países de Europa —de donde se conservan algunos      de los mejores ejemplos provenientes de la Edad      Media, en Italia y Francia— y de las Américas, donde su      ejercicio alcanzó gran auge a principios y mediados del      pasado siglo. Hoy posee un notable desarrollo en Cuba,      incentivado desde el año 1981 a través de la Acaa, organización      no gubernamental que aglutina en sus filas a      los artesanos artistas.

Este diligente artífice, a pesar de ciertas desavenencias      e incomprensiones institucionales y de los molestos      “achaques” ocasionados por el implacable paso de los      años, labora a diario en su taller o donde considera que es      útil su acción —ferias, salones, parques, comunidades…—      para, a través de sus creaciones, coadyuvar a colocar la      artesanía cubana en el centro de la cultura nacional.

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