“Dicha grande”, escribió Martí en su diario el 11 de abril de 1895, día de su llegada a Cuba para incorporarse a la por él calificada como Guerra Necesaria, que con celo y esmero preparó en todos sus detalles.
Con aquel acto daba una lección a “las personas que lo increpaban diciendo que era muy fácil hacer la revolución desde Estados Unidos combatiendo con la pluma”, nos dice la doctora Ana Sánchez Collazo, directora del Centro de Estudios Martianos (CEM).
Esta mujer de hablar pausado y dulce, accedió a conversar con Trabajadores acerca de la importancia del desembarco de José Martí y Máximo Gómez, junto con un reducido grupo de patriotas, por Playitas de Cajobabo, y obligatoriamente hace referencia al Manifiesto de Montecristi, firmado por Martí y Gómez el 25 de marzo de 1895, que si bien “por el estilo y otras características se puede decir que lo redactó nuestro Héroe Nacional, no cabe duda de que en su contenido estaba implícita toda la experiencia obtenida por Gómez en la guerra de 1868-1878, y a partir de las profundas conversaciones previas sostenidas entre ellos en Montecristi, Martí pudo analizar los errores cometidos en esa primera guerra e indicar la importancia de la unidad como elemento fundamental para la realización de la nueva contienda”, afirma la estudiosa, y agrega:
“En el Manifiesto también se criticaron las posiciones racistas que podían haber existido en otros momentos y se llamó a todos los cubanos a iniciar la Guerra Necesaria, de la cual Martí siempre dijo que era una lucha ‘con todos y para el bien de todos’.
“Creo que del Diario de campaña, escrito por Martí durante el recorrido de Playitas de Cajobabo a Dos Ríos, tenemos mucho que aprender, porque demuestra, en primer lugar, su cubanía y, sobre todo, su embeleso ante la majestuosidad del entorno. Lo considero la oda más bella que existe sobre la naturaleza.
“Hay otro elemento que prueba el espíritu que lo hizo tan incansable, y es que no obstante su precaria salud —recordemos que siempre tuvo las secuelas de la úlcera adquirida en el presidio—, sin el entrenamiento físico que podían tener los otros, escalaba montañas, con su mochila y su rifle, igual que ellos, y sin jamás quedar detrás ni que tuvieran que esperarlo; tampoco dejó de hacer sus anotaciones. Eso se debió ante todo a su fuerza de voluntad.
“Además, fue capaz de aquilatar lo que le ofrecían las personas humildes con las que se encontraba. Lo reflejó en el diario con el respeto y el agradecimiento que también tienen los grandes seres humanos”.
La doctora Sánchez Collazo considera muy importante destacar, por no ser muy conocido, que cuando Martí murió en Dos Ríos ostentaba el grado de mayor general del Ejército Libertador, el cual le fue entregado por Gómez el 15 de abril, en el campamento de Tavera. Ese grado se lo ganó, ante todo, por su entereza y decisión. Creo que hoy hace falta volver a esa entereza. A él nada le fue fácil, pero hizo todo lo que tenía que hacer en el momento en que tenía que hacerlo.
Hombre de moral y de principios
Requerido su criterio en cuanto a si Martí debió venir o no a la guerra, a partir de determinadas opiniones que lo clasifican como hombre de pensamiento y no un guerrero, la directora del CEM estimó:
“No caben dudas de que hubo determinados personajes de la época que lo increparon; lamentablemente siempre existen esas posiciones. Desde mi punto de vista, Martí vino a pelear, sobre todo, porque quería ser consecuente con cuanto había promulgado. Además, porque tampoco era fácil iniciar la guerra habiendo tenido determinadas discrepancias, especialmente con Antonio Maceo y Máximo Gómez, y él era un hombre de pensamiento, moral y principios.
“Para mí es muy comprensible, conociendo su forma de pensar, que viniera para dar el ejemplo, a lo cual siempre concedió mucha importancia.
“Otro elemento significativo que quiero destacar es que Martí, como Delegado, tenía acceso al financiamiento de la guerra y aunque en muchas ocasiones pasaba hambre, frío, y vestía con una levita raída, fue incapaz de tocar para sí un solo dólar de los aportados por los tabaqueros para financiarla. Esa honestidad es uno de los tantos valores que caracterizan a nuestro Héroe Nacional.
“Cuando se produjo el fracaso de Fernandina y todos decían que era imposible comenzar la contienda bélica, Martí reagrupó a todos, llamó nuevamente a la unidad y volvió a pedir la contribución de los tabaqueros para poder venir a Cuba e iniciarla de todas formas. Hubo quienes manifestaron que en la isla no había atmósfera para la contienda independentista, y él les respondió: ‘Pero yo estoy mirando el subsuelo’, o sea, que en el pensamiento sí había condiciones para empezarla.
“En esencia, considero que el desembarco de él y Gómez, el 11 de abril de 1895, por Playitas de Cajobabo, marcó un hecho trascendental de nuestra historia y demostró que los grandes hombres de pensamiento y acción son capaces de cumplir con su palabra.
“Y pienso que esa frase de ‘Dicha grande’, fue lo que verdaderamente sintió al pisar de nuevo suelo cubano, dispuesto a darlo todo por la independencia de su amada Cuba, de su novia fundamental, porque en él hay una doctrina de amor. Dijo que la amistad y el patriotismo no son más que amor, y para él Cuba era esa novia amada por la que se da todo, hasta la vida, y hasta la vida dio por su independencia”.
Beber del pensamiento martiano: una necesidad
“A la luz de los acontecimientos de hoy en que el Gobierno de Estados Unidos reconoció el fracaso de su política agresiva hacia Cuba y anunció la decisión de iniciar el proceso de restablecimiento de relaciones con nuestro país, no debemos confundirnos ni confiarnos porque los verdaderos objetivos de esa política no han cambiado, sino asumen una nueva estrategia y por ello debemos prepararnos.
“Para hacerlo, nada mejor que volver al pensamiento y acción de nuestro Apóstol, quien desde finales del siglo XIX alertó no solamente a Cuba y América, sino al mundo, sobre el peligro que entrañaba la potencia imperialista que estaba surgiendo en Estados Unidos”.
La doctora Sánchez Collazo enfatiza en que actualmente dentro de la subversión hay una fuerte tendencia a desmontar la verdadera historia cubana, incluso, en Internet se publican artículos que atacan la figura de José Martí. “Eso se debe a que él es un símbolo de cuyo pensamiento debemos beber, potenciarlo y encontrar formas más atractivas para divulgarlo, sobre todo atemperarlo al momento histórico actual”.