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Gestos brutales, la obra de José Alberto Velázquez López  

Foto: Cortesía del entrevistado
Foto: Cortesía del entrevistado

Gestos brutales, de José Alberto Velázquez López  (Las Tunas, 1978), fue uno de los títulos más buscados en la Feria del Libro de su provincia natal, celebrada del primero al 5 de este mes.

Este fue uno de los novedosos títulos que llevó la editorial Sanlope a La Cabaña, ¿qué aceptación tuvo?

-En primer lugar, quiero decirte que me asombra la aceptación que está teniendo, a un nivel primario aún, Gestos brutales, mi quinta obra publicada, en este caso por la Editorial Sanlope y en el género cuento. Obviamente ayuda mucho el diseño, la ilustración de cubierta a todo color. En otras palabras, el libro como objeto, más allá de los valores literarios que pueda o no tener.

Ya en La Habana, durante la Feria, observé la reacción de otros escritores y público en general de frente a la edición.

¿Cuál es la génesis de la obra?

-Son textos que por diversas razones no fueron incluidos en compendios anteriores, o capítulos de novelas que nunca llegué a terminar y que se “reciclaron” aquí. El riesgo de la unidad temática es que puede llevar a la monotonía.

Sin embargo, la heterodoxia a la hora de estructurar el libro o la exposición de artes plásticas logra a ratos recrear un cosmos donde cada pieza cumple un papel determinado y determinante.

En esencia, ¿qué tiene Gestos… que lo hace tan atractivo?

-En el caso de Gestos… hay historias vagamente policiales, otras de marcado erotismo; éxodo, marginalidad, intelectualismo, violencia, amor, desamor…, inmersos en constantes indagaciones al lenguaje. Pero lo que prima es la idea de que la vida también discurre con furiosa intensidad lejos de las urbes. En el consabido “monte” o “interior” hay inteligencia, pasiones, ritmo vertiginoso, conflictos trascendentes. Y es bueno que se sepa.

Desde el título (Gestos brutales), que es casi un oxímoron, planteo una tesis que a menudo me afecta. Planteémosla así: ¿El Homo Sapiens no se estará tomando demasiado en serio? Cuando veo a alguien declarando guerras o canonizando modas o hablando de sí mismo (riesgo que corro aquí si me descuido) me pregunto si no se tratará de un disparate, de una ridiculez. La vida es, debería ser, más simple. Borges, asqueado de la fama, lo dijo más o menos de este modo: “Quiero volver a las sencillas cosas: / El agua, el pan, un cántaro, unas rosas”.

Hay lectores que lo confrontan con la narrativa de Guillermo Vidal…

-La figura de Guillermo Vidal, sin dudas,  fue muy importante. Su existencia y su poética combativas me marcaron de forma irreversible. Nunca me tentó ser epígono suyo. No hacía falta. Conversar con él, disfrutar de su sentido del humor fuera de serie y de la eticidad que derrochaba en todo momento fue suficiente para darle un rumbo definitivo a mi persona.

¿Consideras difícil fundar una obra desde el interior?

– No creo en la fatalidad geográfica. Lo que existe más bien es una fatalidad que se genera de las estructuras humanas. En algún momento aparecerán mecanismos de inclusión en que un artista no se vea obligado a emigrar de su pueblo para acceder a una editorial de mayor alcance, sin más esfuerzo que la probable calidad de la obra. Los cinco libros que he publicado vieron la luz por el sistema de ediciones territoriales. Sí, a mucha honra, pero ahora qué.

Sé que estas inmerso en otros proyectos creativos, pero lo inminente…

Ahora, durante la Feria del Libro en Las Tunas, estaré cerca de la gente que lee, quienes comparten la misma realidad que yo. Lo otro (lo primero) es ver crecer a mis hijos, leer mucho, ser feliz, que es mucho más fácil de lo que a veces nos han hecho creer.

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