Por: Hugo Pons*
La ampliación de la estructura del cooperativismo en Cuba contribuye a elevar la capacidad de la producción y los servicios en el país. También propicia la consolidación paulatina del proceso de gestión que ha de sustentar el modelo económico y social el cual debe garantizar la construcción de un socialismo próspero y sostenible. Eso requiere del dominio de los principios básicos que caracterizan al cooperativismo y sus particularidades en la nación.
Recientemente, además de la existencia de las cooperativas de producción agropecuaria (CPA); las cooperativas de créditos y servicios (CCS) y las unidades básicas de producción cooperativa (UBPC), se han constituido alrededor de 330 cooperativas no agropecuarias y están en proceso de aprobación más de un centenar. Por ello, profundizar en los conceptos que caracterizan esa forma de gestión para la construcción socialista en Cuba es una necesidad.
La cooperativa es una organización con fines económicos y sociales, que se crea voluntariamente sobre la base del aporte de bienes y derechos y se sustenta en el trabajo de sus socios, cuyo objetivo general es la producción de bienes y prestación de servicios, mediante la gestión colectiva, para la satisfacción del interés social y de los socios. Desde esa proyección, ha de ser concebida como una organización empresarial, de propiedad social y gestión colectiva con personalidad jurídica y autonomía de gestión, que puede ser formada como mínimo por tres miembros.
Esa forma de gestión se realiza sobre la base de principios que la caracterizan, que para el país se expresan en la voluntariedad; la disciplina cooperativista; la autonomía y sustentabilidad económica; la decisión colectiva e igualdad de derechos; la cooperación y ayuda mutua; la responsabilidad social y la cooperación con cooperativas y otras entidades. Lo anterior se sostiene sobre determinados valores como solidaridad, honestidad, patriotismo, ayuda mutua, equidad, justicia social e igualdad.
* Doctor en Ciencias Económicas