Icono del sitio Trabajadores

En una cáscara o en un Leviatán

Monumento en Duaba
Monumento en Duaba al desembarco de la goleta Honor. / Foto: Del autor

El día 1º de abril de 1895 pisaron tierra cubana por Duaba, en Baracoa, los hermanos Antonio y José Maceo, Flor Crombet, Agustín Cebreco y un selecto grupo de jefes. Diez días después llegaban por Playita de Cajobabo, y daban aquel salto de dicha grande, Martí, Gómez y un puñado de patriotas. Meses después desembarcaría el general Calixto García, el 24 de marzo de 1896, por Maraví también en Baracoa.

El investigador cubano y nieto del general mambí Flor Crombet, coronel (r) Hugo Crombet Bravo, ha dedicado parte de su vida a revelar los acontecimientos en torno a los sucesos que propulsaron la empresa que, por órdenes de Martí dirigiera su abuelo El Gallardo Flor, al mando de la expedición que condujo a Maceo a la patria. Investigaciones que se recogen en el libro titulado La Expedición del Honor.

“El general Antonio Maceo —narra Hugo Crombet Bravo— después de su expulsión de Cuba junto con Flor, por el entonces capitán general español, Camilo Polavieja García en 1890, se radica en tierras costarricenses a principios de 1891, y funda una colonia agrícola, en convenio con el Gobierno de ese país centroamericano, en la región de Nicoya, provincia de Guanacaste.

“Allí comienzan a acudir numerosos veteranos de las guerras Grande y Chiquita, para lanzarse sobre Cuba, cuando se rompieran de nuevo las hostilidades. Entre ellos Flor Crombet, los hermanos José y Tomás Maceo, Agustín Cebreco, Arcid Duverger, y varios más.

“José Martí, el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, visitó a Maceo en 1893 y 1894, coordinando y puntualizando las bases, de lo que se conociera como el Plan de Fernandina, desde donde uno de los tres vapores contratados, el Lagonda, debía recoger al contingente dirigido por Maceo en un lugar de la costa atlántica de Costa Rica”.

Pero como es conocido, por fatal delación el plan de Fernandina fracasó, y ya para la segunda quincena de enero de 1895 la situación en la isla era insostenible y se hacía definitivamente necesario tomar la decisión de ordenar el alzamiento.

Al producirse el levantamiento en armas del 24 de febrero, los principales jefes se encontraban en el exilio, situación a la que se sumaban las irregularidades organizativas, dudas, descontentos e incertidumbre. Fue momento entonces de que brillara más que nunca el genio de Martí para aunar voluntades.

Como se recoge en el texto citado, “con fecha 19 de enero, a solo una semana del fracaso de Fernandina, el Delegado envía una carta al general Antonio, explicándole la magnitud de la catástrofe y planteándole la necesidad imperiosa de moverse a Cuba, con un grupo de 25 a 30 jefes, contando solo con lo disponible en esos momentos, que eran 2 mil pesos”.

Se realiza entonces a la sazón un intercambio de correspondencia, tanto escrita como cablegráfica entre el Delegado y el general Antonio, quien considera insuficiente el dinero disponible para organizar una expedición, quizás en grande, como inicialmente se pensó con el Lagonda, solicitando 6 mil pesos y después 5 mil para realizarla.

El general Crombet, conociendo la situación, escribe a Martí, planteándole que enviándole las armas y menos de la suma disponible, era factible la entrada a Cuba, acompañado con un reducido grupo de veteranos, por lo que en consulta con el general Máximo Gómez comunica a Gonzalo de Quesada y a Benjamín Guerra en New York el 26 de febrero que, “…pudiendo hacer Flor lo que Maceo no puede hacer, lo entrego a Flor a que lo haga, y lo de hecho a Maceo…”

“Lleno de enormes e incalculables dificultades y peligros estuvo la Expedición del Honor —narra Hugo Crombet— pues en defininita, las prometidas armas no pudieron ser enviadas y solo se lograron adquirir 11 fusiles, sorteando a los agentes españoles, que día a día, rendían un parte a las autoridades del más mínimo movimiento de los generales Maceo y Crombet.

“Por fin, engañando magistralmente al propio cónsul español y a sus agentes, lograron embarcar y partir de Puerto Limón el 25 de marzo, en un vapor de línea inglesa Atlas, el Adirondack, en viaje regular desde ese puerto, con escala a Jamaica e Isla Fortuna en Bahamas, con destino final en New York.

“Fueron 23 los héroes epónimos que integraron el grupo de expedicionarios, que después de breve escala en Kingston el 28 de marzo, son perseguidos por cruceros españoles al pasar a la vista de la costa sur oriental, después de doblar la punta de Maisí, arriban a la Isla Fortuna el viernes 29 de marzo, donde desembarcan mientras el vapor continúa su viaje hacia Estados Unidos.

“Es aquí donde contratan una goleta de 18 toneladas, con el sugestivo nombre de Honor, que después de tormentosa travesía, comenzada el día 30 al atardecer, con serios riesgos de naufragar en varias ocasiones arriban a las arenas del tibaracón del río Duaba, a una legua de Baracoa, sobre las 5:00 de la mañana del 1º de abril.

“Había llegado a Cuba Insurrecta, en plena región del Alto Oriente, la expedición del Honor, trayendo al Héroe de Baraguá, el que daría en pocos días un vuelco a favor de las armas cubanas ¡Ha llegado el general Antonio!

Compartir...
Salir de la versión móvil