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Un balance para meditar problemas de agricultores

vacas
Foto referencial

Los campesinos camagüeyanos desde que se les alegró el día cuando les comenzaron a instalar los centros de acopio de leche refrigerada y sabían que la tan criticada calidad del líquido podría mejorar, así como sus bolsillos, e imaginaban que aumentaría la producción lechera y la venta a la industria, dejaron de mirar la epidermis de sus problemas y comenzaron a mover más sus ideas en los balances de casa.

Por eso, y porque desde el 2012, los números no han crecido tanto y otros problemas han empañado la recuperación ganadera del territorio, es que los delegados e invitados a la asamblea de balance de la filial de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) en el territorio, previa al XI Congreso, “balancearon” más duro las inquietudes.

Ya aquellas afectaciones iniciales con los caminos, las viejas vaquerías, quedaban a un lado, ahora les preocupaban cosas como la poca cantidad de tanques para almacenar la leche en los puntos y la desmotivación que genera el bajo precio del producto, cuando todo auguraba lo contrario.

Esto último no les gustó mucho. Y es que en algunos, de los 157 puntos de fríos instalados en el territorio, según referenciaron, hay un solo tanque, y allí se mezclan la leche de primera calidad con la de segunda, y se les paga un promedio y no por el trabajo individual.

“¿Por qué esto, si ya estamos claros que es tiempo de tener progresos serios?”–cuestionaron. Y todos alzaron las manos para sugerir que cambien los reglamentos y no piensen en buscar más tanques, sino en darle a la Empresa Láctea la potestad de pagar por la primera muestra.

Y es que “el campesino necesita respuestas”, no puede sentarse a esperar, como aseguró Aníbal, un guajiro de Jimaguayú, que propuso que también es momento de pagar la diferencia de dinero en el pago que generaron los problemas con los lactodensímetros o, si no, mostrar al culpable.

Esos productores, encargados del 70 % de la leche de Camagüey, se preocuparon, además, por vincular más a los cuadros con los productores, abogaron por reuniones más completas y profundas y por ampliar las relaciones con otros organismos.

¡Y ahí se armó la gorda! Por un lado el Banco, uno de esos otros organismos, aseguraba que los campesinos pueden obtener créditos bancarios en ganadería por 10 años, y por el otro, el guajiro  afirmando que solo se los daban por cinco. Inconcebible, porque “es hora de disminuir ese distanciamiento entre los campesinos y los organismos”, como apuntó Jorge Luis Tapia Fonseca, primer secretario del PCC en la provincia.

Y es que el diálogo entre ambas partes debe ser más concreto y no generar dudas y deudas como la que de 9 millones de pesos tenía la Empresa de Acopio con los guajiros, situación que cambió horas antes de la reunión. Tampoco es permisible que la descapitalización de la Empresa Cárnica desbalance el futuro de la compra de carne y ponga contra la pared la seguridad del hombre en el campo.

Pero igual de criticable es que se subutilicen los herbicidas o los mecanismos de chapea para eliminar el marabú, arbusto que tanto daña el desarrollo del ganado.

Es cierto que un gran porciento de los campesinos provienen de los Decretos Ley 259 y 300, y que eso de la pasión ganadera no les crece en la sangre, y que quizás no sepan cómo es el mundo campesino; pero, ¿la solución no será tan sencilla como capacitar diferenciadamente a los nuevos productores agropecuarios, y a los que quieran, para elevar y consolidar los resultados? Muchos creyeron que sí, ahora, a esperar.

Todo no fue dicho o discutido. Poco se habló de las muertes, de ese 30 % de la leche que se subdeclara o desvía y tanto estropea el buen hacer de otros. Quizás faltó más rigor en el diálogo, pero como aseveró Tapia Fonseca, “aún nos falta mucho por hacer; quedan cosas por ver con los recursos que no llegan, con las individualidades, con las discusiones entre la junta de directivos y el campesino, con el manejo animal”, con el desarrollo en general.

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