Ser veterinario es algo grande

Ser veterinario es algo grande

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Para Guillermo no existe otra profesión que no sea la veterinaria, esa ciencia que necesita hoy mayor reconocimiento dentro de la agricultura y la población. Foto: De la autora
Para Guillermo no existe otra profesión que no sea la veterinaria, esa ciencia que necesita hoy mayor reconocimiento dentro de la agricultura y la población. Foto: De la autora

 

Guillermo Hernández Valido es médico veterinario. Quizás esto no diga mucho, pues no es un nombre raro, no tiene una profesión compleja, ni es famoso. Pero… Guillermo no es un simple veterinario. No atiende perritos ni gaticos en el barrio, ni tiene una clínica de mascotas. No. Sus pacientes son las personas y su preocupación son todos los habitantes de la provincia de Camagüey.

Quizás suene extraño eso de emplearse en la ciencia médica de prevenir, diagnosticar y curar las enfermedades de los animales domésticos, silvestres o de producción y decir, luego, que cura al hombre. Pero él sonríe.

“Es que la veterinaria va mucho más allá de atender a los perritos y a los gaticos— aclara—. Y es que incluye, además, cuidar a las personas que rodean a esa mascota y que pueden afectarse por alguna enfermedad animal. El veterinario debe pensar siempre en algo superior, ya que su misión es prevenir que la población se afecte o que esta reciba una dieta de origen animal infestada.

“Es una profesión noble, que necesita más respeto para que sus criterios sean más escuchados porque cuando ocurren muertes o pérdidas, no hay vuelta atrás”.

¿Cómo llega a ella, fue amor a primera vista?

“No sabría decirte cuándo. Simplemente la puse como primera opción de las carreras junto a otras que no tenían nada que ver. A lo mejor influyó en mí un primo que hay en la familia. No sé.

“Pero el amor vino después. El primer año fue dificilísimo, muy abstracto. Solo en el segundo es que capto el sentido de la carrera, se hacían más prácticas y me pasaba más tiempo en las vaquerías. Además, estudiar en la Universidad de Camagüey con un claustro de profesores muy preparados, de primer nivel, fue decisivo para mí. Y me enamoró”.

Luego ese amor se hizo más grande cuando llegó a una granja en Santa Cruz del Sur, municipio agramontino, y se empapó con la producción. Allí se encontró con un grupo de guajiros, de los de antes, de los que aún guardan la tradición ganadera en las venas, y a los que le faltaba la base científica, por lo que se mezclaron muy bien.

Ya más tarde, cuando se topa con la epizootiología, ciencia que estudia la presentación y evolución del estado de salud y de enfermedad, así como su distribución y evolución en las poblaciones de animales, algo así como la epidemiología de los animales, es que descubre su verdadera pasión.

“Camagüey es ganadera por excelencia – explica– . Por eso la medicina veterinaria es rectora en las actividades recuperativas que se hacen aquí. Además, preservar la salud animal tiene varias vertientes, no abarca solo inyectar animales, sino que incluye respetar el medio ambiente, tomar en cuenta factores climatológicos, sociales, políticos.

“La higiene depende de muchas cosas y mientras el veterinario no vea que es el eje fundamental en el cumplimiento de esas medidas, seguiremos atendiendo enfermedades y no cambiaremos nada, ni mejoraremos indicadores productivos en los rebaños, ni aumentará la natalidad.

“Un epizootiólogo puede conocer, antes de que ocurran, donde pueden nacer brotes de enfermedades, cuales son los lugares más vulnerables en el manejo de los animales. Por eso quiero legitimarla como la ciencia capaz de integrar la salud productiva con la eficiencia productiva .

“Ella me da la posibilidad de interpretar salud y enfermedad desde mi posición, sin ser especialista en algo, es lo más abarcador a la hora de buscar los porqués”.

Guillermo sigue trabajando. Ahora es el encargado de la sanidad en la especie porcina, y vigila y controla las enfermedades y evita agresiones y se preocupa por el ya casi desaparecido cerdo ibérico, el de capa oscura, que ha sido sustituido por los de laboratorios que son más frágiles a las infecciones.

Pero sigue sacrificándose en pos de la veterinaria, esa ciencia que según él no desaparecerá, solo que necesita que se de más preparación vocacional, reconocer la labor que hacen, motivar a los que están para que vengan más y para que más personas conozcan de esta profesión que no mira más allá de los animales, piensa en las personas.

 

 

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