Como diluvio sobre pirámides de sal caen las reiteradas violaciones que comete la Unión de Ferrocarriles de Cuba del contrato firmado con la Empresa Nacional de la Sal (Emsal), cuyas secuelas abaten los ímpetus del colectivo laboral perteneciente a la unidad empresarial de base salinera Las Tunas, del municipio de Puerto Padre.
Ese párrafo sirvió de introducción a un reportaje publicado en las páginas impresas de este semanario el 20 de mayo del 2012 bajo el título Quítennos esta sal de encima, el cual reseñaba los sinsabores que ocasionaban esos incumplimientos.
Casi cuatro años después volvemos sobre el tema y la situación poco ha cambiado, según confirma Yoel Pérez Pérez, secretario general de la sección sindical salina-producción, y delegado a la Primera Conferencia Nacional del Sindicato de Trabajadores de Energía y Minas, que sesiona en La Habana
“Uno de los fundamentales problemas que continúa incidiendo en el cumplimiento de los planes de venta, en el salario de los trabajadores y el abarrotamiento en los almacenes es el tema de transportación de casillas por ferrocarriles”, afirma el dirigente sindical.
Explica que hicieron una demanda de 48 casillas mensuales, pero el Ministerio de Economía y Planificación solamente les aprobó 38, y de esa cantidad en enero solo situaron 24, de las cuales seis fueron para la planta electroquímica de Sagua, en Villa Clara, su principal cliente.
Refiere que en el mes de febrero llegaron 31, y que el 28 –último día del mes- ubicaron 7, cantidad que completa la cifra pactada, pero fuera de fecha, con los trastornos que supone recibirlas de esa manera.
“En este mes hemos admitido 21 casillas y tenemos previstas 20 para la electroquímica, de las cuales solo hemos podido servir 7; sin embargo, por la cobertura de los días que restan es cumplible el plan trazado si continúan llegando esos medios de transporte”, advierte Yoel.
“Hasta la fecha de las 114 que establece el contrato, solo han llegado 83, aunque, gracias al esfuerzo de los trabajadores, el plan se ha cumplido y no se han deteriorado los principales indicadores económicos, el costo por peso está al 96 % y todo va marchando bien”, explica.
Pero la amenaza sigue, ya que esos incumplimientos tienen un impacto negativo en la materialización de los planes mensuales, “estos fallos, afirma, provocan que se abarroten los almacenes, y por lógica cuando esto sucede, tenemos que parar la producción”.
Ante estos imponderables, ¿qué hacen?
“Usamos otras estrategias para evitar las afectaciones”.
¿Cuáles son esas estrategias?
“Buscar alternativas de almacenamiento en otros lugares que improvisamos. Siempre se crean los mecanismos para garantizar la seguridad del producto”.
¿Y no daña la calidad?
“En ocasiones corre riesgos la calidad, porque en muchos lugares hay que hacer doble manipulación y eso también encarece los costos de producción”.
¿Cuál es la situación actual en los almacenes?
“En estos momentos están al 98 % de capacidad y puede que se abarroten. Las ocho casillas situadas el día 11 alivian un poco las inquietudes para cuatro o cinco días, no más”.
Ahora bien, ¿tradicionalmente están produciendo sal bajo esta presión?
“Perennemente bajo esa tensión trabajamos, por lo general siempre estamos por debajo de lo planificado”
¿Y el año pasado cómo se comportó el arribo de las casillas?
“Prácticamente de la misma manera, casi nunca se cumplió con lo pactado sobre la transportación del producto terminado”, remarca Yoel.
Entonces vale reiterar uno de los principios inviolables de la planificación, que es el respeto a lo pactado en los contratos, sin el imperativo de acudir a demandas que pueden resarcir daños económicos a una entidad determinada, pero a la postre son irreparables las afectaciones a la economía nacional, cuya salud hay que defender en el día a día de cada gestión productiva o de prestación de servicios.