Ahí también abordarán los “desafíos actuales relativos a la aplicación de la Plataforma de Acción, así como las oportunidades para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en la agenda para el desarrollo posterior al 2015”.
Para la delegación cubana que asistirá al período de sesiones, el momento será propicio para mostrar cuánto se ha hecho en ese sentido, justo en el año en que la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) celebrará, el 23 de agosto, el aniversario 55 de su constitución.
A la importante cita de 1995 Cuba asistió con una representación encabezada por la presidenta de la FMC, Vilma Espín. La isla del Caribe, que en ese momento atravesaba los complejos momentos del llamado período especial, llegó al encuentro con muchas de las metas cumplidas, resultado de la voluntad política de la dirección de la Revolución, que tuvo como como principio lograr la igualdad de derechos y oportunidades de las mujeres.
La presencia decisiva de las féminas en la vida económica, social y cultural, fueron certeza, al decir del Comandante en Jefe, de que había ocurrido una revolución dentro de la Revolución. El acceso de ellas a la educación, la salud, el empleo, elevaron los indicadores antes muy deteriorados y se comenzó a marcar un camino indetenible.
Se ganaron espacios nunca imaginados: igual salario por igual trabajo, acceso a los círculos infantiles para que las mujeres pudieran trabajar, derechos sexuales y reproductivos, acceso a cargos de dirección. Son realidades que para una gran parte de las mujeres del mundo continúan siendo sueños, pues no cuentan con políticas de Estado que garanticen sus derechos.
Desde 1997 Cuba estableció una agenda de Estado para el adelanto de las mujeres, conocida como el Plan de Acción Nacional de Seguimiento a los acuerdos de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer. Este fue aprobado con fuerza de Decreto- Ley y se establecieron los mecanismos para su evaluación sistemática.
Veinte años después de Beijing se han continuado abriendo caminos para que las mujeres disfruten la equidad de género en todos los ámbitos de la sociedad. Las cifras expresadas por Teresa Amarelle Boué, secretaria general de la FMC, expresan cuánto se ha avanzado desde esa fecha.
Uno de los indicadores que más relevancia ha tenido es la presencia femenina en los órganos del Poder Popular en sus diferentes niveles. Hoy en el Parlamento las féminas representan el 48,86 %, y con ello Cuba es uno de los tres países en el mundo con más alta representatividad.
La tasa de desocupación femenina, por ejemplo, en ese entonces era del 13 % y en estos momentos es de 3,5; en 1995 no había presidentas de gobierno y ahora hay 10 a nivel de provincia. Por otra parte, las mujeres significan el 66 % de la fuerza técnica profesional y constituyen el 78,6 % de los jueces, por solo citar esos ejemplos.
No obstante, a la hora de proponer mujeres a cargos de dirección o en los propios órganos de poder se evidencian criterios avalados por patrones culturales sexistas. A veces los hombres se escudan en que la mujer está sobrecargada y otras veces son ellas quienes no aceptan propuestas porque ciertamente están abrumadas en el hogar, son las responsables de la atención a los hijos, de cuidar a los ancianos y a los enfermos.
Y es que transformar costumbres y modos de hacer, más allá de una estrategia, es quizás la parte más compleja del asunto. Al decir de la doctora Mayda Álvarez, directora del Centro de Estudios de la Mujer, “los aspectos de la subjetividad social e individual, vinculados con patrones culturales discriminatorios, han condicionado representaciones, actitudes, valores y conductas acerca de lo femenino y lo masculino que continúan siendo algunas de las bases de las desigualdades existentes, y un obstáculo para mayores avances”.