Cargando...
Por: Frank Padrón
Historiar la trayectoria de un grupo musical cubano quizá no sería una empresa demasiado compleja, si junto con ello no se convoyara la de una etapa –por demás harto compleja y dilemática– en un país como el nuestro, y sobre todo si ese grupo no detentara el privilegio de ser la célula madre del Movimiento de la Nueva Trova y de una manera de hacer la música que acompañara el incipiente cine de la Revolución.
De modo que Hay un grupo que dice, de Lourdes Prieto —uno de los títulos cubanos que compite en el evento santiaguero— constituía desde su proyecto un documental ambicioso, pues se trataba, sí, de recrear la historia del Grupo de Experimentación Sonora del Icaic (1968-1976) mas insertándola dentro de esa otra Historia, con mayúscula, que corría por aquellos años fundacionales en un contexto donde la cultura y el arte, y las políticas en torno a ellos, no siempre fueron regidos por personas con un sentido amplio de lo que deben ser tales fenómenos en una sociedad socialista en construcción.
La directora alterna su filme —coproducido entre el Icaic y el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau— entre testimonios de algunos de los integrantes y figuras relacionadas con el colectivo (Leo Brouwer, Silvio Rodríguez, Sergio Vitier, Eduardo Ramos, Pablo Menéndez, Sara González, Víctor Casaus, Guillermo Rodríguez Rivera…) con imágenes de archivo (cintas de varios géneros en cuyas bandas sonoras participó aquel o individualmente alguno de sus integrantes, así como de conciertos en vivo y grabaciones).
El resultado es un documental que descuella por una precisa y esmerada edición (Vionicel Peña), una cuidadosa fotografía (Raúl Rodríguez) y un nítido sonido (Gerónimo Labrada y Velia Díaz de Villalvilla), como puede imaginarse, fundamental en un filme sobre músico(a)s, y donde incluso lo más viejo y erosionado por el tiempo logra una proyección digna.
Entre todo(s) se arma un retrato fidedigno y riguroso de la época: no era precisamente un momento feliz para ese tipo de canción comprometida, ajena a criterios vana y puramente comerciales, de modo que el papel de intelectuales y funcionarios de luz larga (como Haydeé Santamaría en Casa de las Américas o Alfredo Guevara en el Icaic) fue decisivo para echar a andar el grupo y todo lo que él significaba, más allá incluso de las áreas concretas donde operaba (música y cine, o la fusión de ambos), algo que deja bien claro este documental que, por encima del instante histórico que refleja, lanza a su vez una condena a todo tipo de intolerancia y miopía política y cultural, capaces de retrasar o coartar empeños tan loables como aquel, afortunadamente germinados a pesar de los pesares.
Desde que irrumpe la primera canción (Radiografía de una apariencia, de Noel Nicola) hasta las imágenes y acordes finales, el espectador se siente envuelto por una avalancha informativa y reflexiva que, sin embargo, para nada resulta abrumadora y superflua, pues justamente uno de los méritos de Prieto y sus colaboradores resulta el equilibrio entre las diversas fuentes que nutren el texto fílmico: las participaciones, algunas realmente brillantes y reveladoras, y que abarcan tanto aspectos anecdóticos como propiamente estéticos o técnicos —no solo se entrevista a los músicos sino a sonidistas, intelectuales afines, directores de cine…— y los segmentos fílmicos, que actúan como reveladores para-textos e inter-textos notablemente integrados al discurso rector, van armando un mapa muy completo de una aventura cultural anclada en un difícil momento histórico, lo cual agranda la dimensión de aquella. Tal equilibrio también abarca la relación entre lo hablado y lo musical.
Empleando la pieza homónima más allá de su primera lectura, Hay un grupo que dice queda ya como el lúcido testimonio de un testimonio: ese grupo que tanto dijo —e hizo— por la canción, la música y el cine cubanos en momentos en que se libraba desde la cultura, aunque también más allá, una batalla por la autenticidad y la cristalización de un perfil identitario, que afortunadamente ha continuado perfeccionándose y creciendo, y dentro de la cual, el Grupo de Experimentación Sonora del Icaic ha logrado emerger como mucho más que una leyenda.
