Por Thalía Fung, Licenciada en Lengua y Literatura Francesa, Doctora en Ciencias Filosóficas, Profesora de Mérito de la Universidad de La Habana.
Una cierta vez en un debate teórico sobre la sociedad civil, la discusión concluía con las palabras de un directivo, pero una profesora le pidió un minuto más para aclaraciones. El directivo de forma gentil, le respondió, “Profesora, Ud. tendrá todos los minutos que desee”. Acto seguido tomó la palabra dicha profesora para recordar que la sociedad civil era la base de todo sistema político. Con esa afirmación, la profesora intentaba esclarecer, generalizándolos, los aportes teóricos originados Bolívar, San Martín, Marx, Juárez, Lenin, Gramsci, Ho Chi Minh, Frantz Fanoon y otros pensadores sobre la sociedad civil. Era un primer rostro.
Fidel Castro ha expresado que ha sido un verdadero logro de la Revolución cubana la creación de su sistema político. Y ello tiene una extraordinaria vigencia política, social, teórica y práctica. Porque el haber creado en Cuba un sistema político de huellas autóctonas que busque la solución de los intereses no de la parte más pequeña de la sociedad, sino de toda la sociedad es indiscutiblemente un gran valor ético, económico y político, ya que tanto la sociedad política como la sociedad civil se comprometen a trabajar por el bienestar de toda la sociedad. Este otro gran rostro de nuestro sistema político implica que su sociedad política y su sociedad civil buscan el mismo objetivo social.
Porque tanto la sociedad política como la sociedad civil se unen en el tránsito a una sociedad más justa y mejor para todos, una sociedad solidaria que inclusive intenta apoyar más allá de sus posibilidades a otras sociedades que aún no han alcanzado la conjunción de intereses y beneficios que busca nuestro sistema político. Y este es otro gran rostro que, por supuesto, no incluye sólo a la política estatal, sino que compromete a nuestra sociedad civil. Porque cada miembro de nuestro pueblo participa en su práctica como actor político y como actor familiar y civil. Es protagonista en actividades políticas como la votación por una Constitución que organiza y rija los destinos de nuestra sociedad, también en la toma de decisiones en múltiples actos de gran envergadura, en la postulación y elección de los miembros de la sociedad para integrar los cuerpos legislativos así como su decisión sobre la pertenencia o no a organizaciones políticas. Este otro rostro para la sociedad política no excluye a los miembros mayoritarios de nuestra sociedad civil.
Porque el ciudadano y el miembro del pueblo cubano actúan en las esferas económicas, sociales, cotidianas como miembros de la sociedad civil. Organizan sus intereses productivos, legales, familiares, estudiantiles, científicos, artísticos, recreativos, en instituciones del más variado espectro que también se interrelacionan. Y estos rostros múltiples son los modos en que nuestra sociedad civil actúa y piensa.-
Sabemos que cada sistema político se estructura en sociedad política y sociedad civil. Ese es el rostro más general tanto de la sociedad civil como de la sociedad política, su integración interrelacionada. De ahí el orgullo por nuestro sistema político, ya que desde sus bases iniciales luchó por la liberación de la dictadura batistiana que le fue impuesta al pueblo cubano, inmediatamente del triunfo de la revolución, trabajó por la ayuda a la progresión social de otros países, como la liberación del apartheid en África, su apoyo a la lucha contra el analfabetismo y por la extensión de la educación en pluralidad de países, en particular del Tercer Mundo, auxilió a pueblos en situación de catástrofe, se involucró en el combate por la salud en los países más necesitados hasta encabezar la peligrosa batalla contra el ébola. Y ello lo ha hecho de conjunto nuestro pueblo: es decir, su sociedad política y su sociedad civil. Dicha armonía de ambas sociedades es el rostro más valioso que ofrece nuestra Patria.