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Javier Sotomayor: 26 de años imbatible

Tras 26 años el Príncipe de las Alturas mantiene imbatible la marca obtenida en Campeonato Mundial de Budapest 1989.
Tras 26 años el Príncipe de las Alturas mantiene imbatible la marca obtenida en el Campeonato Mundial de Budapest 1989.

Por: Javier Perera, estudiante de Periodismo

La ciudad húngara de Budapest se estrena como sede de lides mundiales de atletismo bajo techo. Se vive la intensidad de la segunda jornada y un clima benigno favorece el ambiente del estadio Budapest Sportcsárnok, que acoge a 62 países. Entre los 373 atletas que se dan cita en esta versión, compite el 4 de marzo de 1989 el cubano Javier Sotomayor. Es el día en que se define el campeón del salto alto.

El nacido en Limonar, Matanzas, es el claro favorito respaldado por su récord mundial al aire libre. Lo consiguió hace menos de un año en Salamanca, un 2.43 metros (m) respetable. La tensión de la competencia comienza y el Soto se eleva limpiamente sobre los 2.25 m y 2.31 m, siempre en el primer intento. Buen inicio, aunque un poco sosegado si se tiene en cuenta el abolengo deportivo y los resultados más notorios del antillano.

Para el tercer brinco fija la varilla en 2.35 m. Debe superar sin dificultades la que para él es una altura rutinaria. Sin embargo, falla. Ese foul debió de servirle de plus, pues minutos más tarde sobrepasó la marca establecida. Al parecer, nada de corriente tendría el evento, pues la pulcritud con que el matancero venció el listón pronosticaba una jornada suntuosa. Y así sería.

Dos centímetros más le añade a su cuarta ejecución. Con envidiable maestría se suspende en el aire y finiquita, burla los 2.37 m, asegura de paso la corona mundial bajo techo. La condición de privilegiado para obtener el primer puesto de Javier y la actuación registrada en definitiva, pesaron y mucho sobre el dueño de la medalla de plata, el alemán Dietmar Mögenburg y el bronceado sueco Patrik Sjöberg, ambos con 2.35 m.

El cubano no se conforma con esa última cota, más aún si tiene en sus piernas la oportunidad de un segundo primado universal en menos de seis meses. Ordena la subida de la barra metálica hasta 2.43 m. Avaro en su solicitud, Sotomayor sabe que a partir de ese momento la atención de todo el graderío se volcará hacia él. Siempre el morbo sano de los récords provoca ese efecto en la gente.

El discípulo de José Godoy está a punto de experimentar uno de los momentos más trascendentales de su vida. Necesita un salto ideal, o casi perfecto para pasar de golpe a la cumbre del atletismo mundial. Disimula el nerviosismo reclamándole a los aficionados aplausos que llegan con rapidez. Dos, tres palabras al  poco viento que hay. Se pierden ante el cada vez más incesante bullicio. Decide al fin comenzar la meticulosa carrera. Se eleva de manera elegante, como siempre. No decepciona, convence y estampa una nueva primacía mundial a pista cubierta.

Dicha marca cumple este miércoles 26 años imbatible. Nadie ni siquiera la ha igualado. Cuatro años más tarde, otra vez Salamanca presenció una nueva plusmarca universal del Soto, cuando derrotó los 2.45 m al aire libre. Esa también permanece incólume, adornada por el polvo del tiempo. Convencido de que los récords tarde o temprano serán vencidos, expresó en una ocasión: «con toda seguridad no me voy a sentir bien, no lo voy a disfrutar, esa es la verdad. Pero pasarán los días y volveré a aceptar que los récords están para batirse».

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