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El gigante de los organopónicos de Cuba

El organopónico Tínima de Camagüey sobresale como uno de los más extenso del país. Fotos: Leandro Armando Pérez Pérez
El organopónico Tínima de Camagüey sobresale como uno de los más extenso del país. Fotos: Leandro Armando Pérez Pérez

El día no había levantado del todo y una carreta ya alborotaba al municipio camagüeyano de Florida. La curiosidad atraía a algunos, pero en cuanto se mostró un cartel que promocionaba, por el costo de un peso, el maso de lechuga, un mar de personas rodeó al vehículo.

Y es que en estos tiempos en los que la comida alcanza los precios que quiera el vendedor, como rara avis se alzan los productos de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Organopónico Tínima, en la ciudad de Camagüey, porque sus zanahorias y remolachas, por ejemplo, pueden costar cuatro o cinco pesos y no los 12 que ostenta la calle.

También sobresale como uno de los más extenso del país con 27, 68 hectáreas de terreno, de ellas 8 en cantero, y porque produce lo mismo lechuga, habichuela, acelga, rábano, pepino, tomate, perejil, zanahoria, cebollín que berenjena. Y porque es hacia las escuelas, los círculos infantiles, los hospitales y la población en general que se dirigen primeramente esas producciones.

El re-comienzo

Dicha unidad no siempre fue así de eficiente y organizada. Primero fue diseñada como hidropónico. ¡Y daba buenos resultados!, según contó Fermín Virella del Risco, fundador, “pero se acabó la materia prima que venía de afuera, de la antigua Unión Soviética. Y esto se abandonó. Y creció todo lo que quiso, marabú, guásima … de las cuales aún después de recuperado el lugar salen troncos en los canteros”.

Pero la desidia no duró por mucho tiempo. Se dio el primer paso que fue reconvertirlo a organopónico, para emplear materia orgánica en el relleno de los canteros. Luego buscaron buenos hombres que se pegaran a la tierra para, por último, hacerla producir bastante.

“La transformación favoreció y ahora estamos mejorando, aunque creo que antes producíamos más porque las plantas recibían 23 componentes. Pero bueno, todo cambió”, dijo Fermín. Y tanto, que el año pasado comercializaron más de mil toneladas, número que pretenden sobrepasar para este y los trabajadores pudieron cobrar salarios de 800 o mil y pico de pesos, en dependencia de las producciones.

Y es que se han organizado bien los más de 60 trabajadores y 100 soldados del Ejército Juvenil del Trabajo que allí laboran. Ahora dividen funciones entre los 22 bloques, que abarcan cerca de 200 canteros cada uno, y compran lo que necesiten, como las semillas.

“Esto es una especie de arrendamiento donde nosotros facilitamos los insumos, y ellos garantizan el trabajo y con los resultados contribuyen a la ganancia”, aseguró Vicente Fon Plaza, económico de la UEB, quien reconoce que así, aunque pertenezcan a la Empresa Agropecuaria Camagüey, se evitan el sufrimiento de la burocracia y hacen sus propias contrataciones de los servicios.

Pero…

Los buenos precios que son la carta de presentación del organopónico, y que se alejan, mucho, de la realidad son muy poco conocidos entre los camagüeyanos y solo unos pocos municipios los han saboreado.

Ellos están ubicados a casi cinco kilómetros de la ciudad y hasta las cercanías de la unidad solo llega una ruta del transporte local, que se detiene a más de un kilómetro. Por lo tanto, solo los interesados y con posibilidades de traslación son los que adquieren las producciones de primera mano.

“Los que más llegan hasta aquí son los cuentapropistas que tienen medios de transporte para hacerlo y luego lo revenden. Nosotros quisiéramos vender, pero solo algunas veces podemos y para ello montamos en una carreta las elaboraciones. Y así hemos llegado hasta algunos municipios, pero sabemos que no es suficiente.

“El transporte también afecta a los trabajadores que viven distantes, pues algunos se quedan en las casetas porque tienen que trabajar mucho y no les da tiempo ir a sus casas. Aquí se empieza temprano en la mañana y se trabaja mientras haya cosas que hacer porque la agricultura no espera y el plato menos”, sentenció Vicente.

Por ahora se remotoriza un carro, que les permitirá la comercialización directa  a las placitas de la ciudad, pero acaso ¿será esa la cura total o solo un parche al problema?

José Antonio, el director, explica que a pesar de que salen poco a la ciudad cuando lo hacen, todo se vuelve una guerra porque entramos en conflicto con los que venden caro y mientras tanto la población no tiene opciones para escoger

“Pero ahí no acaba la cosa”, sentencia José Antonio Funes González director de la UEB. “Aunque en este lugar se puede producir mucho, otro cosa nos tiene inseguros: el agua.

“Es algo complejo. El agua nos llega de una presa que queda bastante cerca, pero ella se encarga de bombear para la población además. Ahora hablamos para que nos liberaran un poco más, pero es insuficiente. Y sin agua esto se jode, hablando en buen cubano”.

Por ahora el riego es muy limitado, algunas áreas saben que no serán sembradas y las dudas con el cumplimiento de los compromisos con el banco ya sobresalen. ¿Solución? Pues abrir pozos cerca de la unidad; pero para hacerlo deben esperar al año que viene que es que tendrán dinero para ejecutar esa inversión que requiere de mucha tubería. ¿Y mientras tanto? Producir con lo que hay y tratar de ganar bastante.

 

 

 

 

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