Para la mayoría es la judoca que siempre sale con los pelos bien alisados alrededor de su rostro y nunca deja de sonreír; para otros es una de las más técnicas de nuestro equipo nacional femenino; en tanto no falta quien recuerde una y otra vez que su nombre: Onix, está relacionado con una piedra semipreciosa.
De hablar tranquilo y pausado, esta joven de 25 años es campeona mundial juvenil (2006), titular de los Juegos Panamericanos (2011) y medallista de bronce mundial (2014), entre otros premios. En medio del entrenamiento le pedimos unos minutos para conversar sobre Onix Cortés mujer, deportista, cubana y campeona…
“Estaba en la escuela primaria Camilo Cienfuegos, en Playa, y llegó un profesor de judo preguntando quién quería apuntarse. Por embullo todos los alumnos del aula se apuntaron, pero al final las muchachitas se fueron quitando porque les decían que el judo era un deporte que deformaba el cuerpo y ponía a las mujeres toscas.
“Le pasé por encima a esos comentarios, porque me gustaba (antes había practicado atletismo) y empecé a participar en competencias hasta que me captaron para la Eide, donde el entrenador Andrés Franco trabajó mucho la parte técnica y física”.
Y llegaste al equipo nacional de mayores con solo 15 años.
Fue un cambio muy duro, pues era otro nivel, con judocas maduras que entrenaban mucho. Entré en la división de 63 kilogramos, en la que estaban Driulis González, Yaritza Abel, entre otras. Imagínate, yo peleando a esa edad con Driulis, mi gran estrella e inspiración desde niña.
En apenas dos años campeona mundial juvenil. ¿Recuerdos?
Estaba en muy buenas condiciones. En la semifinal me tocó con la anterior campeona mundial juvenil, que en ese tiempo competía en mayores y ganaba medallas, Ronda Rousey. Le gané por ippón y en la final las gradas coreaban: “Cuba, Cuba”. Haberle ganado varios combates a Driulis en los topes me hizo pensar que podía llevarme el título y así fue.
A partir de ahí se esperaban mejores resultados. ¿Se te exigió mucho o hubo críticas injustas?
Comencé muy bien en el 2007, pero tuve una lesión de hombro que me atrasó bastante. En los Juegos Panamericanos de Río quedé sin medallas, pero estaba peleando con el corazón; terminé con el hombro desmontado. Tras la operación no me fue bien hasta que empecé a levantar en el 2010. No se trata de exigencia, tengo que reconocer que no he encontrado mi mejor forma deportiva en las competencias fundamentales. Por ejemplo, 20 días antes de los Juegos Olímpicos de Londres estaba bien y cuando llegó el día me sentí cansada, así pasó también en el mundial del 2013.
Y por fin un podio universal en el 2014. Bronce histórico.
Fue un excelente mundial. No faltaba ninguna de las mejores de la división (70 kg) y solo perdí en semifinal con la colombiana Yuri Alvear. Pensé que la vencería, porque no me ganaba desde el 2011, pero me estudió y fallé en la estrategia de combate.
¿Cómo explicas la rivalidad y amistad que tienes con Yuri?
Ella siempre valora que entrenamos y nos sacrificamos mucho, aunque asistimos a pocas competencias. El match me favorece todavía 5-4. Dentro del colchón es una cosa y fuera otra.
¿Te sentiste mal por quedar fuera de las mejores deportistas del país y de tu provincia?
Si quedé entre las tres mejores del mundo en mi división, ¿por qué no estuve entre los 10 mejores deportistas del país? Y en la provincia lo mismo. No tengo idea de cómo se hacen esas votaciones, pero lastiman a veces al atleta, como sucedió conmigo.
¿Aspiraciones para el actual del ciclo olímpico?
Primero, lograr la clasificación olímpica, que está bien difícil porque hay más de 20 torneos punteables para el ranking en el año y nosotras no vamos ni a la mitad. Es una división complicada en el área porque no solo está Yuri, hay una canadiense, otra brasileña y una puertorriqueña que tienen calidad. Segundo, repetir o mejorar el bronce mundial y salir a buscar lo que me falta: la medalla olímpica.
¿Qué pudiéramos conocer de Onix fuera del deporte?
Tengo una familia que me adora. Mis padres y mi abuela de 86 años han sido pilares fundamentales en mi carrera. Además, me gustan mucho los perfumes, estar bien arreglada, y no puedo andar sin aretes. Enseguida que termino un combate me los pongo. Alguna gente nos ve solo con los pelos parados dentro de un tatami, pero nosotras no somos eso.
¿Y cómo te imaginas dentro de 20 años?
Siendo una entrenadora con buenos resultados.