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El Tropelaje de Ulises Toirac

Por: Ernesto Montero Acuña

Al humor con amor, no es un juego de palabras para aparentar ingenio, sino un principio cuando se pretende hacer reír —o llorar, que también es posible— en las actuaciones dirigidas al gran público, el cual en el fondo detesta, salvo deshonrosas excepciones, aquello que lesiona la sensibilidad humana.

Uf, qué muela, podría pensar quien no recuerde a un Charles Chaplin como el de La Quimera del Oro, aquel que, burlándose de su propia infelicidad, transmite al espectador algo superior a la simpatía, semejante al dolor por el sufrimiento y a la alegría por la nobleza del éxito.

En fin, no se trata de un estudio sobre  psicología del humorismo, sino de un reconocimiento al resultado de Ulises Toirac, a veces silente en cuanto al efecto auditivo. Pero de apreciable resonancia visual e intelectual en el contenido gráfico de su boletín digital El Tropelaje, una novedad que ya rebasa los 100 números y los más de 600 destinatarios mediante el correo electrónico.

Quien esto escribe no es humorista. De eso se percata hasta el peor de los analistas, por el solo hecho de haber comenzado con una monserga que todo el mundo sabe, aunque tal vez no todos los que la saben logren aplicarla —otra vez el no humorismo— de modo que los demás la perciban.

Tampoco el mal humorado que está detrás de este texto conoce a Ulises Toirac, personalmente, aunque se conforma con haberlo visto por televisión —¿existe algún programa actual suyo?— especialmente cuando personificó al villano más simpático de las últimas décadas, acompañado de eso que identifican como buen elenco.

El boletín consta de Las palabritas en serio, protagonizadas por el propio director; chistes a raudales —caudalosos sería una buena metáfora—; la sección Pa los que le gustan los Escrito (tenía S); Sarcasmos, a veces; y, desde luego, índice; Opiniones de los lectores; respuestas a estos, la apelación a suscribirse, cierta seccioncita promocional-publicitaria y las direcciones web del director, tales como Ulises Toirac.com, Facebook, Twitter, Google, canal Youtube, EcuRed, Wikipedia… Y menos mal que no se menciona ninguna más, por el espacio.

Al fin salimos de lo que pretendíamos, si bien aún faltan algunos chistes y algo más. Debe aclararse que en Internet se reconoce a El Tropelaje como un “sitio web de uno de los más destacados humoristas cubanos. Comediante, escritor, guionista, director de radio y televisión, ha desarrollado una exitosa carrera…” Y en esto quedaba la cita, pues la tecnología, por muy avanzada que sea, tiene sus limitaciones.

Lo que se proponía entonces aquel autor, igual que este ahora, era reconocer el agrado con que se reciben las presentaciones, sobre todo televisivas, de Ulises —a quien se conoce sobremanera por sus éxitos en La tremenda Corte, es decir, en ¿Jura decir la verdad? —programa del villano  ya citado—, que uno se resiste a creer que dejará de aparecer definitivamente, como dicen que ocurre con los difuntos.

No pueden faltar, al menos, tres chistes del boletín No. 99 que, si bien no son los mejores, resultan los menos censurables: “Perdona siempre a tu enemigo; no hay nada que lo enfurezca más” — “El orgullo no engorda; deberías tragártelo de vez en cuando”.  — “Hoy me pongo a dieta, mañana me meto al gimnasio y pasado mañana dejo de decir mentiras”. Ciertamente, lo mejor es ser verás y reconocer que uno dejará mañana de escribir acerca del humorismo, ese arte tan difícil que, a veces, hace llorar, no siempre de risa.

Cerca del final uno se queda con dudas ante el nombre del “boletín” de Ulises, debido a que la voz tropelaje es un cubanismo que figura en el Diccionario de americanismos del 2010 con la acepción: “m. Alboroto, enredo, lío, desorganización”, siendo lo cierto que no es alboroto, ni enredo, ni lío, ni mucho menos desorganización lo que caracteriza a este envío digital, equilibrado e ingenioso como el autor y su equipo.

Dice él, en un mensaje que nos llegó por trasmano, que “El Tropelaje tiene su sitio web —citado más arriba—, donde están todos los números, y los internautas pueden dejar opiniones online, enviar las distintas ediciones a su propio buzón o al de algún amigo…” Y añade que está muy de acuerdo con las buenas opiniones, aunque sean antipáticas.

Muy en serio asegura que “El Tropelaje es uno de esos esfuerzos que poca gente sabe los trabajos que cuesta hacer, y mucho menos, las alegrías que me da”.

Así, pues, qué viva su alegría.

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