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El aguador de Bayamo

Foto: Del Autor
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Mientras conversaba con Yosvany Arias Aguilar, aguador en la ciudad de Bayamo, capital de la provincia de Granma, recordé el inicio de un poema que está en un amarillento pedazo de papel de periódico y que guardo siempre conmigo: “Ama la nube, la máquina y el libro/ pero ante todo, ama al hombre”.

Él viajó a La Habana para asistir al Primer Encuentro Nacional de representantes de trabajadores no estatales del Sindicato de la Construcción. En un receso me contó de su vida laboral.

“Buena parte de Bayamo tiene problemas con la red hidráulica y Acueducto no cuenta con los recursos para llevar agua potable a los lugares más alejados.

“Los primeros aguadores utilizaron carretones con caballos. Después aparecieron los bicitaxis con tanques acostados en la parte de atrás. Desde el 2010 soy aguador. Mi tanque tiene capacidad para 210 litros.

“En Bayamo podemos cargar agua potable en tres lugares. En un día yo doy siete u ocho viajes, a pedal limpio. Atiendo a 24 familias, todos los días de la semana, sin faltar uno, llueva, truene o relampaguee.

“Con un tanque lleno abastezco cinco casas. No se puede fallar. Son clientes fijos. Todos los días no vamos a los mismos. Cobramos por la distancia. Los martes y jueves, por la mañana, les llevo agua a las casas de personas que están encamadas. A esos no les cobro ni un centavo. La mayoría tienen chequeras y ganan muy poco dinero. En el 2014 di 96 viajes de agua para los que están enfermos. Dejé de echarme en el bolsillo mil 152 pesos, pero eso no me interesa; estoy tranquilo con mi conciencia.

“La gente me espera. La pipa mía está con todas las condiciones. Le dicen la Yutong. La hice con bigas de techo y tubos; le puse llantas y gomas 13 detrás y 18 de motor delante y le adapté rodamientos de Lada.

“Tengo 27 años. Pertenezco al Sindicato de la Construcción y soy el representante de los aguadores de Bayamo. Tenemos una sección sindical con diez miembros. Hacemos las reuniones y en ellas se plantean las preocupaciones y los problemas. También cotizamos. Tenemos compañeros que no han querido afiliarse. Con ellos hay que conversar más.

“Ningún cliente mío se ha quejado. Con mi trabajo mantengo honradamente a mi familia. A mí me conocen por mis buenas acciones. Por eso me quieren en Bayamo”.

Y el poema que guardo con tanto celo dice al final: “Que las cuatro estaciones te prodiguen la alegría/ Pero, ante todo, que el hombre te prodigue la alegría”.

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