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Serias preocupaciones laborales en Planta de Asfalto en Las Tunas

Esta imagen que anuncia el funcionamiento de la Planta de Asfalto ha sido muy intermitente en lo que va de año. Foto: Jorge Pérez Cruz
Esta imagen que anuncia el funcionamiento de la Planta de Asfalto ha sido muy intermitente en lo que va de año. Foto: Jorge Pérez Cruz

 

Mientras las calles y avenidas “piden  a gritos” reparaciones ligeras, medianas o pesadas,  a la única planta de producción de asfalto activa en Las Tunas le aprobaron en el 2014  un plan de producción  de 13 mil 380  toneladas, muy inferior a su capacidad potencial —unas   26 mil—,  y entonces  tuvieron límites los ingresos salariales de sus trabajadores.

Pero este año las cosas han ¿cambiado?, “el compromiso asciende a 35 mil 500 toneladas. La buena nueva despertó la alegría del colectivo, consciente de que sí cumplen las metas mensualmente la economía familiar mejorará”, argumenta Pascual Mejías Puga, secretario general de la sección sindical.

“La gente está contenta, pero tiene preocupaciones, pues la planta y los equipos necesitan aseguramientos: correas, rodamientos…, y cuando algunos de estos aditamentos falta no tenemos garantía, hay que salir a buscarlos donde existan y nos hace perder tiempo”,   comenta Félix Batista Ferrales, jefe de la Planta.

Y enfatiza: “El salto no está en correspondencia con las posibilidades de la Planta, aunque se habla de gestiones, estas no siempre fructifican”.

“Tenemos a los trabajadores listos y con grandes deseos de hacer, pero su disposición tiene esos obstáculos”, remarca Pascual.

“En el 2013 producimos 42 mil toneladas. Ese año contamos con la fábrica de ubicada en la localidad de Colombia, que tras una reparación capital echó a andar, pero allá no se dispone del equipamiento (camiones, pavimentadora y otros medios) necesarios para sostener el proceso”, recuerda Orestes Martínez Ruel, director de la UEB número 4 de Pavimentación, adscripta a la Empresa Provincial de Construcción y Montaje.

“Esta planta comenzó a funcionar en 1972 con una tecnología norteamericana que data de 1948. Hoy es un híbrido que funciona gracias a las inventivas e innovaciones de los trabajadores”, acentúa Orestes.

Del dicho al hecho

Enero les dio la razón  y febrero va legitimando las justas preocupaciones de los afiliados: “En el primer mes del año debíamos producir 3 mil toneladas y solo logramos elaborar 750 y hasta el día de hoy —12 de febrero— no hemos podido hacer absolutamente nada”, explica Félix.

¿Las causas? “Se rompió la  bomba hidráulica de la pavimentadora. Los especialistas de la firma Volvo, radicada en la provincia de  Holguín, han mostrado mucho interés en resolver el problema, pero la pieza no está”, refiere.

¿Las consecuencias? “Este mes cobramos el día 13.  Ahora  225 pesos, el salario mínimo posible, y qué harán los trabajadores que tienen créditos bancarios y que, en ocasiones, superan los 100 pesos. Nuestros choferes no se ven tan afectados porque prestan servicios en trasiegos de otras mercancías, pero el resto del personal depende del asfalto”, reflexiona Félix.

Otras del salario

En relación con el pago, el directivo expresa las inquietudes colectivas: “Cuando pertenecíamos a la Ecoing 33 no había problemas. En el convenio colectivo de trabajo anterior la fecha de pago pactada era el día 10 y casi siempre se podía adelantar, algo que los compañeros agradecen; sin embargo, los cambios estructurales han complicado las cosas”, confirma.

“Ahora se han fundido siete empresas en una sola —Construcción y Montaje— que acumula los problemas de todas. Ya no tenemos personalidad jurídica y no podemos operar cuentas. Estamos atados a sistemas más complejos.

“Tenemos buenos clientes. Vialidad, Comunales y las FAR son serios en el cumplimiento de los contratos; pero a la empresa grande no siempre los inversionistas le responde a tiempo, por determinadas razones,   se perjudica la liquidez y al final todos salimos afectados”, argumenta Félix.

De izquierda a derecha Félix, Orestes y Pascual en contactos operativos permanentes que buscan soluciones a los imprevistos. Foto: Jorge Pérez Cruz

 

Lecciones todavía no aprendidas…

Entre especialistas y expertos hay consenso en torno a lo impostergable que es el cambio de mentalidad, tanto en las direcciones administrativas como sindicales –cada una con sus responsabilidades-, para estar a la altura del momento que vive el país.

Pero todavía hay lecciones no aprendidas. A raíz de la práctica, vemos que si la reestructuración del sistema empresarial busca el perfeccionamiento, hay que implementar fórmulas que desencadenen acciones sustentadoras del desarrollo armónico, pues casi siempre cuando la madeja se enreda los afectados son los trabajadores, algo distante del objetivo principal de estos acomodos.

En el caso que nos ocupa la transformación tiene fallos, porque supedita el cobro de esa unidad a la liquidez total de la entidad rectora y sus efectos son nocivos en la atención a las partes subordinadas, independientemente de los índices de eficiencia alcanzados.

Las imprevisiones obstaculizan los objetivos de la Resolución 17, cuyas esencias reclaman aseguramientos objetivos a las metas productivas, que no siempre están a pie de obra o cercanos al puesto de trabajo….

Contra esas irregularidades hay que actuar con agilidad y sentido de la responsabilidad, porque no estimulan un ambiente laboral apropiado y son, a la postre, causas de disgustos que dañan el sentido de pertenencia colectiva.

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