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Panamericanos de Toronto 2015: ¿Cuba llegará a los 900 títulos?

Nuestro atletismo volverá a tener una gran responsabilidad. En la foto la pertiguista Yarisley Silva.
Nuestro atletismo volverá a tener una gran responsabilidad. En la foto la pertiguista Yarisley Silva.

 

El deporte cubano asistirá a los XVII Juegos Panamericanos de Toronto —del 10 al 26 de julio venideros— con el propósito de sostener el subliderato continental que disfruta desde la cita de Cali 1971 y con la excepción de La Habana 1991, edición en la cual obtuvo una sorprendente victoria sobre Estados Unidos.

La pugna por cumplir esa meta se concentrará —esta vez con mayor crudeza— frente a las delegaciones de Canadá y Brasil. La primera aprovechará su condición de anfitriona por tercera ocasión (antes en Winnipeg 1967 y 1999), en tanto la segunda exhibe un creciente poderío y desea subir al segundo lugar del medallero, 52 años después de haberlo conseguido en Sao Paulo 1963.

Nuestra delegación, aún en fase clasificatoria, centra sus aspiraciones en las disciplinas de atletismo, boxeo, canotaje, judo, ciclismo, pesas, luchas, remo, taekwondo y tiro. A esas selecciones corresponderá aportar la mayor parte del botín dorado requerido para escoltar a los estadounidenses en la tabla de posiciones.

Hace cuatro años, en Guadalajara 2011, la comitiva nacional cumplió su cometido con 58 coronas, una cosecha que de repetirse en la moderna y populosa urbe canadiense alcanzaría para celebrar nuevamente.

Como nota curiosa, las estadísticas históricas llaman la atención sobre la cercanía de Cuba (840) a la fabulosa cifra de 900 títulos en las fiestas multideportivas de América. Ese número fue sobrepasado hace bastante por Estados Unidos (1 861), pero anda muy lejos de Canadá (377), Brasil (287), Argentina (279) y México (197).

Por supuesto que sumar 60 preseas doradas no resulta —en esta época— asunto de “coser y cantar”, debido a la calidad de los rivales, los cambios en el programa de los juegos y la decadencia de nuestros resultados en deportes como la esgrima y la gimnasia artística, así como en el conglomerado de los colectivos, con énfasis en voleibol, baloncesto y balonmano.

Cuba superó esos dígitos durante más de tres décadas —San Juan 1979 (64), Caracas 1983 (80), Indianápolis 1987 (75), La Habana 1991 (140), Mar del Plata 1995 (112), Winnipeg 1999 (69) y Santo Domingo 2003 (72)—, pero en las dos últimas citas quedó a las puertas de lograrlo: Río de Janeiro 2007 (59) y Guadalajara (58).

La justa que comenzará dentro de 144 días responderá la pregunta sobre si esa tendencia a la baja persistirá o será revocada, ya sea leve o marcadamente. Y cuando se apague el pebetero no solo sabremos si la barrera de los 900 laureles fue rebasada o queda vigente para Lima 2019, sino que tendremos una visión más certera de cómo llegará nuestra nación al año olímpico.

Toronto 2015 será un escenario complejo, difícil, evaluador del estado actual de nuestro deporte. Pero como no faltarán los triunfos y las alegrías, les identifico varios detalles a resaltar y otros a seguir de cerca: Cuba se mantendrá en el grupo de las 13 naciones asistentes a todas las ediciones de la justa; buscará su onceno subtítulo y estará entre las grandes atracciones del megaevento.

La fiesta ofrecerá además la oportunidad de establecer dígitos de respeto en varias disciplinas: el atletismo, por ejemplo, debe pasar por encima de las 130 coronas históricas, y otro tanto harán el boxeo (90), ciclismo (20), pesas (160), luchas (100), remos (40) y tiro (30), por solo citar algunos.

El béisbol intentará sumar su decimotercera corona y recuperar así el liderazgo perdido hace cuatro años; mientras que las muchachas del básquet lucharán por su cuarto gallardete en estas lides. Ahí radican las mayores opciones de éxito entre los combinados.

Los 17 días que durará la competencia dejarán otra vez festejos, deudas, decepciones y enseñanzas. También récords y otras actuaciones para guardar en las vitrinas. Ojalá superemos el escalón de las 900 preseas áureas, no para festejar una vanidosa aspiración, sino para de paso hacer realidad propósitos superiores.

 

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