San Juan.- Más allá del resultado deportivo, peloteros, entrenadores, periodistas, cubanos todos, terminamos una semana en esta tierra en medio del cansancio y la satisfacción de haber compartido con amigos que fueron incondicionales en el apoyo a la selección Vegueros de Pinar del Río y a la delegación en general.
Esta tierra boricua ha superado, con su gente más honrada y sencilla, cualquier cálculo inicial de facilidades y atenciones, a pesar del ambiente que algunos mercaderes del deporte intentaron imponer para desarticular, una vez más, un conjunto de béisbol que llegó solo dispuesto a competir y dar espectáculo en su condición de invitado a esta Serie.
Pero de San Juan nos llevamos más cosas. Sobre todo en lo que respecta a solidaridad, cuando se escribe con cariño y mayúscula. Entre los que no pueden faltar por mencionar está el Comité de Solidaridad con Cuba en Puerto Rico, a los que se sumaron los sindicatos Hermandad de Empleados Exentos No Docentes y la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego UTIER, así como integrantes de la Brigada Juan Ruíz Rivera, el Colegio de Abogados, el Movimiento Indepentista Nacional Hostosiano y el Frente Socialista.
La presencia en el estadio y el apoyo en tareas organizativas hasta hacernos sentir como en casa resultaron vivencias inolvidables que en otros torneos internacionales no hemos recibido de tanto corazón. Por supuesto, de nuestro lado no faltó el apoyo a la campaña por la excarcelación de Oscar López Rivera, prisionero político hace 33 años.
Solo una anécdota puede resumir la carga humana que nos llevamos de San Juan. En el único recorrido que pudo dar la prensa cubana acreditada por la zona antigua, el agente Rivera, vestido con su atuendo de sombrero alón y pistola a la cintura, al identificarnos entre los visitantes que solicitaban una foto en la Plaza de las palomas, priorizó a los cubanos “porque lo que quiero es que lleguen temprano para que ganen hoy, porque Puerto Rico entero estará con ustedes”.
Nos sonreímos, agradecimos y tras la foto no quedó otro remedio que recordar un lugar común pero infinito: “Somos de un pájaro, las dos alas”.
