San Juan.— La segunda experiencia en la Serie del Caribe tras la reincorporación el pasado año, dejó más lecciones para el béisbol cubano, en tanto nuestros aficionados deben comprender, cada día más, que estamos enfrentando un certamen muy diferente al que dejamos de asistir hace 55 años, pero que reúne una calidad superior a las series nacionales.
El primer concepto importante, ratificado por los más conocedores especialistas de la disciplina en la región, al conocer algunas incomprensiones generadas sobre la constitución del elenco vueltabajero, es que hay que interiorizar, de una vez y por todas, que estamos hablando no de un torneo de clubes campeones, sino un certamen que representa a las ligas invernales profesionales. De ahí que en un momento pretendiera ser considera una pequeña Serie Mundial.
Otra vez tropezamos con la piedra del desconocimiento inicial de nuestros rivales, lo cual es perfectamente posible de solucionar si sumamos las novedades científicas de la sabermetría y seguir a los peloteros no solo en los finales de sus campeonatos, sino desde mucho antes. Para ser justos, y tras conversar con varios mentores, el resto de los conjuntos no sabían tanto de los nuestros, pero pagan ese servicio de inmediato.
De las lecciones técnicas también hay que volver a comentar. No es posible pensar en abridores más allá de la quinta o sexta entrada, por más que luzcan impecables, ni en un cuerpo menor de 12 lanzadores. La especialización se impone con urgencia y sobre todo la formación de relevistas acomodadores de par de entradas y cerradores al estilo de Héctor Mendoza, quien justificó con creces su inclusión en el staff.
Aprender a realizar ajustes rápidos significa a su vez tener más disciplina en el cajón de bateo. Es cierto que la zona baja que cantan los árbitros en este béisbol no se parece a la nuestra, pero no hay que desesperarse con el primer o segundo envíos. Como tampoco es posible pifiar por descoordinación como vimos en los jardines.
Para el 2016 la invitación a República Dominicana es segura —ojalá ya en condición de miembro de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe— y quizás los 28 jugadores lleguen con mejor criterio de selección (tres jugadores no tuvieron turnos al bate) y sobre todo representando al equipo campeón con todos los refuerzos que haga falta. La cuenta ya comenzó.