Heriberto Rivero López pasa por su espalda cientos de sacos casi todas las jornadas. “El día del cobro —afirma el estibado—, siento como si me echaran también ‘polvo o paja’ en los bolsillos, en eso se convierte una parte de mi esfuerzo”. Y es que aún no mueve bien los “molinos” la Resolución 17/2014, del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, en la industria Raúl Cervantes, conocida por el secadero de Falla, en el municipio de Chambas, de la provincia de Ciego de Ávila.
Un asunto resulta incomprensible para el colectivo: “Cuando el productor no pone en la tolva de la industria las toneladas de arroz húmedo planificadas, incumplimos el plan de producción y nos penalizan el 10 % del salario”, opina Medardo Gómez Mayea, técnico en gestión de los recursos humanos.
“No obstante, debemos organizar mejor el trabajo en momentos de déficit de materia prima. Aunque, el gran problema es que la mayoría estamos agrupados en un solo sistema de pago”, recalca Medardo. “Los trabajadores estuvimos inconformes en la asamblea de afiliados, pero la administración de nuestra empresa lo impuso y por ese cobramos”, alude Anielys Llanos López, dirigente sindical.
Sin “descascarar”…
Trabajadores visitó la fábrica en noviembre pasado, vuelve en la segunda quincena de enero y continuaba sin “descascarar” la inquietud que data de junio del 2014.
Argumenta Yusney López Cruz, contador, que influyen los cambios de las tasas de subsidio del arroz, pues el establecimiento dejó de ingresar por este concepto más de 4 millones de pesos entre junio y diciembre últimos.
“Sin embargo, lo que más nos afecta es la no entrada de suficientes cantidades de materia prima para el secado y molinado, motivo por el cual cumplimos solo al 63,4 % el plan de ventas en el 2014”.
Mariano Dorta Valdés, jefe de producción, corrobora que el colectivo inicia el 2015 con el 40 % de aprovechamiento de la maquinaria instalada. A ello se suma un rendimiento industrial inferior al planificado “porque el arroz, necesita como mínimo 30 días de reposo y muchas veces se ha molinado caliente, a pocas horas del proceso de secado, convirtiéndose un porcentaje en polvo y cascarilla”.
La evidencia es que de 2 mil 830 toneladas procesadas hasta el 10 de enero pasado, el 30 % tenían los granos partidos, y su destino fue el consumo social; y otras mil 237 con el 20 % de granos partidos, se distribuyeron para la canasta básica de la población.
Comenta Mariano que, tras haber estado paralizado 25 años, el viejo secadero está agotado y clama relevo, pero su sustituto marcha con atraso en la etapa de construcción.
Cerca de la sexagenaria instalación se levanta una obra cuyo costo supera los 7 millones de pesos. Del programa inversionista, está en explotación un laboratorio dotado de modernos equipos y un molino con una capacidad de cinco toneladas por hora.
Cuando estén listos los cuatro silos de almacenamiento, de mil toneladas cada uno, para el reposo del arroz, ¿podrá recuperarse con rapidez la inversión si el dilema es el inestable abastecimiento de la materia prima por parte de las distintas bases productivas agrícolas?
“Aventar” la economía
La norma de las impurezas es de 10 % y el real de 13,38 %, informa Reinaldo Beque Ramos, jefe de control y calidad, quien añade: “Los arroces, contratados con tenedores de tierras y algunas UBPC avileñas, llegan sucios a la fábrica, con tallos y granos vanos, debido a malas aplicaciones de fertilizantes y pesticidas”.
Allí tampoco logran “aventar” la economía. Los gastos que duplican los ingresos, un faltante sujeto a investigación de unas 308 toneladas de arroz y otras tribulaciones, equivalen a 1 millón 873 mil 918 pesos de pérdidas económicas.
La Raúl Cervantes es la principal unidad empresarial de base (UEB) de una entidad que nació torcida. La agroindustrial de granos Máximo Gómez es una de las cuatro empresas perdedoras en el territorio avileño.
El año pasado se dejaron de aportar unas 4 mil toneladas de arroz en Ciego de Ávila, casi la mitad del plan. Por ejemplo, mediaron en la mencionada entidad los atrasos en las siembras y los bajos rendimientos agrícolas e industriales, entre otras causas.
De manera que muy lejos está la Máximo Gómez de contribuir a la entrega de las 26 mil toneladas de arroz para el consumo que demanda la provincia avileña. Máxime que tantas “materias extrañas” contiene la gestión de esa estructura empresarial.
La producción mercantil (59 %) y la productividad del trabajo (49), son superadas por el salario medio (60) y el promedio de trabajadores (99,1), sinónimo de retribución monetaria si un adecuado respaldo productivo durante el año 2014.
Retomando la preocupación de los industriales arroceros, resulta inquietante que su sueldo penda del desabastecimiento agrícola y de irregularidades en la contratación. Pero, más “machos” que el cereal tiene la organización del trabajo y los salarios en esa industria.
Un ejemplo: no se pudo conocer el resultado de la correlación salario medio-productividad y otros indicadores de eficiencia, pues, además de no estar presente la “especialista” de salario, los modelos aparecieron en blanco.
Gracias a la colaboración de funcionarios de las direcciones municipales de la CTC, y de Economía y Planificación en Chambas, se supo que la empresa Máximo Gómez reporta el 140 % de cumplimiento del plan de gasto de salario por valor agregado bruto, negativo resultado por el cual se ratifica el criterio de que se gana más y es menor el valor añadido al producto final.
Por eso, las formas de pago padecen de esos malestares; por culpa del descontrol, de la ineficiencia, de la falta de conocimiento sobre los cambios actuales en la legislación laboral. Por culpa de la desatención del Consejo de Dirección de la empresa agroindustrial a los planteamientos de los afiliados a la sección sindical de la UEB Raúl Cervantes, donde falta mucho por “trillar” no solo el arroz.