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El contador debe tener alma de guerrero

El libro Una mirada práctica al ambiente de control, de Mayra Estrada, está nominado al premio anual Abel Santamaría Cuadrado, del 2014, por la Anec nacional. Foto: Agustín Borrego Torres
El libro Una mirada práctica al ambiente de control, de Mayra Estrada, está nominado al premio anual Abel Santamaría Cuadrado, del 2014, por la Anec nacional. Foto: Agustín Borrego Torres

 

Por María de las Nieves Galá y Betty Beatón

“La vida tiene cosas increíbles, si yo le dijera que llegué a la contabilidad por accidente y no por vocación”, rememora Mayra Estrada Sevilla, presidenta de la Sociedad Científica de Contabilidad y Control Interno de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores (Anec) en La Habana.

Graduada en 1989 en la licenciatura de Contabilidad en la Universidad de La Habana, manifiesta que siempre fue una niña dedicada a los libros y encontraba majestuoso ese mundo. “Pero cuando llegó el momento de escoger lo que uno iba a estudiar yo no sabía, ni mis padres podían orientarme. Recuerdo que le pregunté a mi papá y me dijo: ‘Déjame pensar, te digo mañana’. Al otro día, cuando llegó del trabajo, venía sonriendo y me propuso: ‘Debes ser contador’. Realmente yo no tenía idea de lo que era eso y le pregunté: ‘¿Por qué?’, entonces me respondió que el contador de su empresa siempre estaba sentado en un buró con un banquito para levantar los pies: ‘Eso es lo que tú necesitas para que no te duelan las piernas —obviamente pensando en mi limitación físico-motora. Mire usted, lo que definió mi vida fue la posibilidad de estar sentada”, asegura hoy cuando han pasado muchos años de aquella importante decisión.

“Ahí había una disyuntiva. ¡A mí me gustaban las letras!, me apasionaban los libros, la poesía, y debía dedicarme a los números. Entonces me dije: si has de ser contador no puedes estar castigada toda tu vida, serás un buen contador”.

Hubo un momento en la universidad en que los cálculos la llevaron de prisa, pero no se amedrentó. “Luego vino el trabajo y me empeñé en conocer todas las áreas de la empresa para poder hacer mejor la labor y sentí que el mundo empresarial despertaba en mí un interés insospechado”.

Según Mayra, en 1999 vino a parar a sus manos el libro del Coso —el modelo internacional de control interno— y supo que iba a dedicarse a eso toda la vida. “Lo que había hecho durante 30 años era algo así como prepararme para poder asumir ese momento que hoy es mi gran pasión. Mis libros son sobre ello, así que al final, después de 30 años, volví a mis orígenes de las letras, ahora escribiendo cosas técnicas, fruto del camino andado, tratando de contribuir a su comprensión con criterios prácticos”.

Profesora, con frecuencia se escucha entre personas que ejercen la contabilidad que el trabajo en las instituciones no es valorado en su justa medida y que en las últimas décadas existió una gran descomposición del ejercicio contable; ¿qué opinión le merecen esos criterios?

Ciertamente, hay una tendencia a subvalorar el papel de la contabilidad y la labor del contador, más que centrarnos en por qué, me gustaría reflexionar sobre qué hacer. Siempre les digo a mis alumnos que uno es lo que quiere ser, y los demás no pueden ver en uno lo que uno mismo no muestra con orgullo.

Toda mi vida me he dedicado, bien a ser contador, auditor o diseñar sistemas de control interno. Usted puede llegar a una organización y sin hablar con nadie saber todo lo que allí sucede; los números son un libro abierto, cuando usted mira el comportamiento de los números descubre cuáles son los mecanismos implementados para hacer las cosas y sus consecuencias; cuáles son los estilos de las personas y hasta puede predecir a donde va a parar la organización.

Si usted no ama lo que hace y no hace valer lo que hay que hacer responsablemente y con convicción, termina haciendo lo que otros quieren, y a veces porque les conviene.

Desde la antigüedad el contador ha significado un puntal importante para una organización, usted puede desear hacer algo, pero hay que sacar las cuentas a ver si se puede y hasta donde. El contador tiene que tener alma de guerrero, y salir cada día a pelear batallas, si se queda sentado en su buró simplemente registrando en los libros de la empresa pasivamente, no es un buen contador, tiene que leer lo que le traen y decir “¡no va esto!”, no es lo que corresponde, no es lo establecido. Tiene que contribuir proactivamente aportando buena información oportuna y veraz para que se tomen las decisiones adecuadas; a la vez decir no, cuando esa es la única respuesta y luchar porque se haga bien.

Entonces no se trata de quejarse por lo que otros hicieron con nuestro oficio, se trata de pelear por hacernos reconocer y por convencer de su utilidad; la vida ha de ser lo que uno quiera que sea, podemos sentarnos a quejarnos y a esperar, o salir cada día a trabajar con dignidad y con la frente en alto diciendo con orgullo “¡yo soy un contador!”

¿Cómo valora usted el papel de los contadores en la Cuba actual?

La principal utilidad de la contabilidad es para la toma de decisiones, no podemos saber a dónde vamos si no sabemos lo que podemos hacer, cuáles recursos tenemos, los que necesitamos y la proyección de los resultados esperados; todo eso lo aporta la contabilidad y las ciencias económicas en general. Podemos decidir por instinto, con una idea de lo que queremos y sus resultados, pero los números son los que tienen la última palabra, los números tienen el privilegio de mandar; o los observamos o nos equivocamos, entonces los contadores son un factor clave del éxito. Nuestro país tiene estandarizadas las normas contables a la práctica internacional, así que lo normativo no es el centro del problema, lo central está en nosotros, en los que hacemos esta labor y en los que dirigen organizaciones y creen que no necesitan de la contabilidad.

Rescatar su papel no es solo superación profesional, es de estima, de valoración; entonces sigo apostando a que la tarea comienza por nosotros, si yo no soy un buen contador y hago valer mi trabajo, me tengo que sentar a ver cómo las cosas suceden, y obviamente a responder un día por sus consecuencias junto con los que tomaron las decisiones. Hay que salir a pelear con la autoridad que da el oficio, con la sabiduría que aportan los números y con el juicio de valorar adecuadamente el comportamiento de sus resultados.

¿Cuánto pueden contribuir estos profesionales a prevenir hechos de corrupción y desvíos de recursos en un centro laboral?

La contabilidad y el control tienen un vínculo umbilical, cuando hay una contabilidad como Dios manda, difícilmente hay hechos de corrupción, el primer muro de contención es la contabilidad; pero esto solo es posible si el contador hace de verdad su trabajo, y no es solo registrar lo que sucede, es “registro y contrapartida”. Cuando antes de registrarse vela por la legalidad de la transacción y luego se aplican los criterios técnicos para el registro.

Entonces no se puede estar a ciegas, hay que saber lo establecido, lo contratado, lo que se ha puesto en vigor como mecanismos de la empresa, cuáles son los procedimientos; hay que pensar, analizar y enseñar a las personas de las organizaciones cómo hacerlo bien.

Ese es el verdadero papel preventivo del control en el cual la contabilidad tiene el primer lugar. Cuando existe organización y un buen aparato económico, la entidad se estabiliza, puede perdurar en el tiempo y crecer, cuando no, todo lo demás anda sin rumbos, porque no hay timonel. Los recursos son patrimonio de una organización y el adecuado registro, contrapartida y la permanente valoración de su existencia física, su manejo y su destino es lo que determina que no se realice su desvío hacia fines no lícitos; en todo esto los contadores juegan un papel preponderante, entonces una vez más tenemos que hacer lo que nos corresponde.

Desde su experiencia personal, ¿qué debe caracterizar a un buen contador?

Hay algunos test sicométricos que permiten evaluar el perfil sicológico de las personas para proyectar si sus características se avienen a los cargos, pero yo soy un ejemplo de alguien con un perfil diferente al requerido para un oficio, así que aunque no es la generalidad, le voy a decir como decía mi abuelo, a la antigua: Lo primero que hace falta es tener valores.

Los valores son las cosas en las que creemos y es lo que determina lo que hacemos, si creemos por ejemplo en que la gente se lleve cosas de las entidades porque el salario no alcanza, entonces no ejercemos el control de los recursos y llevamos a gastos lo que se llevaron. Honestidad, integridad, transparencia, juicio, y luego lo técnico. Si no tienes los valores, no hacemos nada con el conocimiento; el conocimiento nos permite crecer y hacer mejor las funciones con las técnicas, las herramientas de gestión, y aportar a nuestras organizaciones mejores y más sustentadas decisiones, pero repito, somos aquello en lo que creemos.

Todo el empeño de la Sociedad Científica de Contabilidad y Control Interno se dirige a contribuir a la formación de los contadores y empresarios en general, a unos en la potencia de la profesión y la preparación para asumir el oficio, y a otros en cómo apropiarse y beneficiarse de la contribución de la ciencia para acometer mejor sus responsabilidades.

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