Por decimotercera ocasión en 57 ediciones, Puerto Rico servirá de sede a la Serie del Caribe de Béisbol (2 al 8 de febrero, en San Juan), a la cual Cuba asistirá por segundo año consecutivo como invitada, esta vez con el campeón nacional del 2014, Pinar del Río, que enfrentará a los monarcas de las ligas invernales de Venezuela, México, Dominicana y el país anfitrión.
En la primera etapa de estos torneos (de 1949 a 1960) muchas huellas dejaron nuestros equipos con siete títulos —cinco de ellos en línea, récord aún—, tres platas y par de bronces. El lanzador Conrado Marrero, con el club Almendares, se anotó el triunfo inicial de estos clásicos en el Gran Estadio de La Habana (hoy Latinoamericano), al dominar a la selección Cervecería Caracas, de Venezuela, con pizarra 16-1 y ofensiva de 21 hits de sus compañeros.
Mucho ha llovido desde entonces y tras el oro del club Cienfuegos en 1960 dejamos de participar hasta el retorno el pasado año en Isla Margarita, con la formación de Villa Clara, que apenas consiguió una victoria, —la número 52 de Cuba en estos certámenes— con tres fracasos, para finalizar en el último escaño. Dos jugadores “naranjas” se colaron en el Todos Estrellas del evento: el jardinero Yuniet Flores y el inicialista Ramón Lunar, este último líder de los bateadores (438), compartido con el dominicano Emilio Bonifacio.
¿Podrá Pinar del Río revertir esa mala imagen? ¿Reúne la calidad requerida para luchar por un puesto en el podio y hasta ganar el torneo con los refuerzos escogidos? ¿Podrá el director Alfonso Urquiola contar con un detallado estudio o scouteo de los contrarios? Son apenas tres preguntas que encontrarán respuesta dentro de una semana en el estadio boricua Hiram Bithorn.
Historias para aprender
Varios cubanos han tejido hazañas que perduran y parecen muy difíciles de superar dado el formato actual de la justa (antes se jugaba un todos contra todos a dos vueltas), al tiempo que el club Marianao y su mánager Napoleón Reyes se convirtieron con sus cetros de 1957 y 1958 (por cierto, este último conquistado en tierra puertorriqueña), en los primeros con dos títulos consecutivos.
En el apartado del pitcheo, Camilo Pascual (Habana y Cienfuegos) es el recordista de más juegos completos (5), mientras Agapito Mayor (Almendares) conserva la difícil marca de tres triunfos en una misma serie (1949 frente a los Indios de Mayagüez, de Puerto Rico, 11-4 y 8-5, y contra el Supur Cola, de Panamá, 5-2). Asimismo, pero con el madero en ristre, Lorenzo Cabrera (Habana) está inscrito en el libro de los inmortales con el mayor promedio para un líder de bateo, gracias al 619 que promedió en 1951.
En cuanto a las formaciones que nos defendieron, Almendares concurrió cinco veces y acumuló 17 éxitos con 11 derrotas, válido para dos coronas (1949 y 1959), un subtítulo (1954) y par de terceros lugares (1950 y 1955). Habana asistió tres veces en línea con balance de 12 sonrisas, cinco derrotas y un curioso empate (3-3 frente a los Senadores de San Juan, Puerto Rico), en tanto archivó un cetro (1952) y dos platas (1951 y 1953).
Cienfuegos puede calificarse como el más eficiente, pues en las dos ediciones en que tomó parte regresó con el máximo galardón (1956 y 1960) y una faena envidiable de 11 ganados y un solo fracaso, este último ante los Criollos de Cagua, de Puerto Rico. La otra formación con dos presencias de oro es Marianao (1957 y 1958) con balance de nueve sonrisas y tres tropiezos.
Las realidades de hoy
Los campeones defensores, Naranjeros de Hermosillo, de México, no estarán para defender su corona en Puerto Rico, pues quedaron fuera de una final inédita en la Liga Mexicana del Pacífico, La cual protagonizarán Charros de Jalisco y Tomateros de Culiacán.
Algo similar le ocurrió a los Tigres del Licey, de Dominicana, que verán desde las gradas la lucha por la corona entre Las Estrellas Orientales y Los Gigantes del Cibao. En el caso de Venezuela se repite la discusión del 2014 entre Caribes de Anzoátegui y el actual monarca Navegantes de Magallanes, mientras el representante boricua saldrá del play off Indios de Mayagüez-Cangrejeros de Santurce, este último monarca en la Serie del Caribe del 2000.
Para Cuba, la porfía vuelve a tener matices de expectación, tanto para nuestra afición como para los organizadores y el público que ya agotó las entradas para el duelo entre Pinar del Río y la formación local el 4 de febrero.
El conocimiento de Urquiola sobre el béisbol profesional (estuvo dos años en Panamá) puede perfilar acertadas estrategias que no vimos en Isla Margarita, aunque serán los jugadores los encargados de hacernos felices tras 55 años de espera en una justa que dominamos en siete de las 12 primeras presentaciones.
No esperamos magia ni nos obnubilamos con el equipo formado. Solo pretendemos buen juego, oficio, profesionalidad en los aspectos técnicos y esa garra que nos ha hecho muchas veces campeones.