¿Cómo recordarlo los que no lo conocimos?
“Jesús es negro y fino y prócer, como un
bastón
de ébano, y tiene los dientes blancos y
corteses,
por lo que su boca se abre siempre
amanecida;”
Así, en versos, lo describió su hermano de ideales que fue Nicolás Guillén, y dijo más:
“Jesús dice carro, río, ferrocarril, cigarro,
como un francés renuente a olvidar su
lengua
de niño, nunca perdida;
pero es cubano y su padre habló con
Maceo; su
padre, que llevaba en el hombro una
estrella de
oro, una ardiente estrella encendida;”
Jesús no empuñó las armas pero los suyos lo hicieron General, porque se colocó a la cabeza de batallas no menos decisivas, las de los trabajadores; y General de las Cañas, de los de aquel sector entonces tan explotado y miserable, que en expresión del poeta al verlo llegar le tendían la mocha encallecida y le decían ¡Oh Jesús! Como si hubieran estado esperando largamente su venida.
Y llegó para ellos y para todos, porque fue líder de la Federación Nacional de Trabajadores Azucareros pero también fundador de la CTC y representante a la Cámara, que era decir, portavoz ante el Gobierno de los poderosos, de las aspiraciones de los oprimidos.
El hombre doblemente discriminado por negro y por pobre se creció llevado de la mano de su Partido y de la organización sindical hasta protagonizar un gran intento por romper el intercambio desigual entre la metrópoli y la semicolonia: el diferencial azucarero.
Cayó en combate, abatido a traición por balas asesinas porque nadie nunca pudo sobornarlo para apartarlo de su lucha.
Pero no lograron matarlo, nos acompaña como tantos otros que vivieron pensando más en nosotros que en ellos mismos.
Hace más de medio siglo lo tenemos de regreso, como lo previó el poeta, para decirnos:
̶ He vuelto, no temáis.
Para decir:
Fue largo el viaje y áspero el camino.
Creció un árbol con sangre de mi herida.
Canta desde él un pájaro a la vida.
La mañana se anuncia con un trino.