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Lianet, la sonrisa detrás del premio

Foto: José Raúl Rodríguez Robleda
Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

 

Lianet Lismé Acosta tiene 27 años, una sonrisa que elimina tensiones, un hijo a quien adora, el amor de sus alumnos y una declarada fobia a las grabadoras; cierto, Lianet también es la mejor profesora de Educación Física en Cuba del año 2014.

Hasta su cátedra del tercer piso de la escuela especial Ualí Mustafá, ubicada en la Ciudad Libertad, llegan todos para dejar un beso, un saludo, o en ocasiones apenas una mirada que Lianet, en ocho años de trabajo en este centro, ha aprendido a interpretar.

“No fue sencillo al principio y pensé que no conseguiría crear un vínculo con los niños. Por suerte tuve excelentes maestros, el apoyo de mi familia y de la escuela. Ahora estoy mucho más cómoda y domino esta enseñanza. No pienso irme, al menos por el momento”, explica al comenzar el diálogo.

Graduada en 2012 de Cultura Física y Recreación en la Universidad de la Ciencias de la Cultura Física y el Deporte Comandante Manuel Fajardo, practicó por años baloncesto hasta que las lesiones, la carrera y luego su embarazo la alejaron de las competencias.

Asegura que trabajar con niños precisados de atenciones educativas especiales ha sido una gran experiencia, “sobre todo por ver cómo asimilan y disfrutan las actividades. Ellos prefieren los espacios de recreo y las clases de educación física les dan la oportunidad de divertirse con los deportes y a los maestros nos permiten afianzar algunos contenidos que en el aula no consiguen fijar con facilidad”.

Según esta joven profesora el principal reto es tratar de insertarlos en la sociedad y prepararlos para que puedan ser funcionales. “Una de las claves es la paciencia, todos son diferentes y necesitas conocerlos si quieres ganar su cariño y confianza. Pero es precioso ver cómo evolucionan y adquieren capacidades físicas que antes no tenían”, afirma.

Sin embargo, Lianet también reconoce que trabajar en este tipo de enseñanza es una labor agotadora. “Muchas veces es necesario realizar el doble del esfuerzo físico y educativo para conseguir los resultados, aunque eso se compensa cuando ves sus sonrisas”.

A pesar de haber resultado ganadora del XXVI Concurso Nacional de Clases de Educación Física celebrado en 2014 en Ciego de Ávila, confiesa que no esperaba el reconocimiento anual de INDER pues “hay tantos profesores con mucha más experiencia y logros profesionales, que fue realmente una sorpresa que ahora constituye un reto en lo personal”.

Por si fuese poco, además de su trabajo diario y la presencia de sus alumnos en el movimiento de Olimpiadas Especiales, esta mujer también es miembro del comité de organización de Actos Masivos en Marianao, participa con sus estudiantes en carreras populares y actividades recreativas los fines de semana, es Profesora Adjunta del Centro de Superación del Municipio de Deportes y presidenta de la Asociación de Pedagogos en su centro de trabajo.

Para conjugar todo ha sido imprescindible el apoyo de su familia. “Sería imposible pensar en lo que he logrado sin contar con ellos, me gusta conocer sus criterios y siempre acudo en busca de consejos”.

Con respecto a Dariel, su hijo de ocho años quien practica baloncesto en la Pre-EIDE Rubén Bravo (donde ella comenzó en ese deporte), explica que “es mi motor impulsor, con quien primero pongo en práctica todas las ideas que se me ocurren para las clases, así que la mitad de este premio debería ser para él”.

Para sus escasos ratos libres —y cuando el cansancio del día no la vence— deja los seriales, la música y la cocina, tres de sus pasiones que disfruta junto a los suyos. Esta joven, a solo dos años de graduarse, acumula ya como mayor premio el amor, las sonrisas y miradas que ha aprendido a descifrar desde hace ocho años.

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