A veces asociamos el Día de la Ciencia Cubana exclusivamente con los avances de la biotecnología y otras áreas de las investigaciones en la Medicina, la Biología, la Química, y hasta en las disciplinas básicas como la Matemática, la Física, entre otras que corresponden más al estereotipo de lo que muchas personas entienden como “ser un científico”.
Y aunque son muy notables y hasta decisivos los aportes de las ciencias naturales y exactas para el desarrollo económico del país, no debemos olvidar nunca la trascendencia que tienen las ciencias sociales en el desenvolvimiento humano, y muy en particular en nuestras actuales circunstancias.
Una sociedad como la cubana, en medio de transformaciones que persiguen armonizar la participación y anhelos de su población con un sistema económico y social distinto, inédito, en plena construcción en circunstancias internas y externas con frecuencia muy adversas, necesita, como el aire para respirar, de enfoques científicos desde las disciplinas que estudian las complejas relaciones humanas y sociales.
El proceso de actualización del modelo económico y social a partir de la implementación de los Lineamientos del VI Congreso del Partido es un buen ejemplo de esa sinergia entre las decisiones políticas y los resultados de las aproximaciones académicas sobre cómo, cuándo y por qué vías deben ocurrir los cambios.
Ejemplos habría muchos para citar. El propio trabajo de la Comisión de Implementación asimila y reúne en su seno a un importante número de científicos, investigadores y expertos en asuntos económicos y jurídicos, entre otras ramas específicas del conocimiento como la Sociología, la Psicología, la Historia, la Pedagogía o la Demografía.
La concepción de los cursos de administración pública y gerencia empresarial que reciben los cuadros del Estado y el Gobierno en todos los niveles, parte precisamente de movilizar a la Academia y situarla en un aula, con sus criterios, cuestionamientos y sugerencias, ante los decisores en la aplicación de las políticas económicas y sociales, para moverles el pensamiento, acercarlos a lo más actual del análisis científico sobre determinados temas y darles herramientas conceptuales para la reflexión y, especialmente, para la acción.
No quiere esto decir que todo esté resuelto en este camino por asimilar y aprehender los resultados de las ciencias sociales, de manera que los podamos traducir en una interpretación lo más inmediata posible de lo que acontece en la vida cotidiana, y en la consiguiente actuación para corregir desviaciones y problemas nuevos que surgirán inevitablemente siempre, como parte de cualquier proceso de transformación social.
Todavía, digamos, el enorme peso específico que tiene la economía en la actualización del modelo cubano, no siempre permite articular bien las estrategias y tácticas para la incorporación paralela, con la misma prioridad y atención, de políticas transformadoras en otras esferas de la vida social y cultural —en su sentido más amplio—, cuyo vínculo con las variables económicas no siempre son tan evidentes.
En tal sentido resulta esencial el aporte que las ciencias sociales pueden realizar a la formación y seguimiento del estado de los valores educativos, éticos, estéticos, históricos y humanos en general, los cuales constituyen el sustento cohesionador y, en fin de cuentas, el propósito último del esfuerzo por establecer relaciones económicas más justas y solidarias, como parte de un sistema socialista.
El movimiento sindical cubano, que de forma sistemática exploró en otras épocas la labor de investigadores y especialistas en eventos propios sobre el desarrollo de las ciencias sociales, y tuvo el auxilio de consejos científicos para recibir asesoría y retroalimentación sobre su quehacer, debe continuar por ese camino de aproximación al mundo del trabajo también desde un estudio profundo y con rigor académico, para entender y alertar sobre el impacto que pudieran tener las nuevas dinámicas económicas en el empleo, la movilidad y calificación de la fuerza laboral en el país, y la satisfacción mayor o menor de las expectativas de sus trabajadores y afiliados.
Extendamos entonces, con mucha más razón, la felicitación por el Día de la Ciencia Cubana también a quienes nos ayudan a comprender, transformar y desentrañar ese gran misterio que todavía pueden llegar a ser las relaciones del ser humano en sociedad.