Tony narra su último día en prisión

Tony narra su último día en prisión

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fotos: Cubadebate
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“Eran las 05:30 de la mañana, una enfermera me despertó. Me dijo que a las seis y media tenía que estar listo en el área de recepción y salida. No sabía qué iba a empacar, tenía libros, cartas de amigos, alrededor de 160 preparadas con sus sellos. Para dónde vas me preguntaron otros pesos cuando me sacaron de la celda. Me fui, respondí”.

Es Tony Guerrero quien narra su último día en prisión. Lo hizo frente al público que repletó la sala Rubén Martínez Villena, de la Unión Nacional de Escri­tores y Ar­tistas de Cuba (Uneac), en el último encuentro del espacio  El 3 a las 4 por los 5, que cada mes, desde principios del 2013, abogaba por la liberación de  los Cinco antiterroristas cubanos presos injustamente en Estados Unidos y donde se aportaban elementos y testimonios sobre el caso.

Esta vez asistieron Ramón Labañino, Fernando González y René González, junto a sus familiares. Solo faltó Gerardo que se disculpó porque esperaba la llegada al mundo de su hija Gema. Reinaban la alegría y la emoción. Estuvieron además un nutrido número de embajadores y otros miembros del cuerpo diplomático, Ricardo Alarcón, Jorge Risquet, Miguel Barnet, amigos de Estados Unidos, entre otros muchos.

En su relato, Tony confesó que ese día trató de saber lo qué estaba pasando. Supo que iba para el puesto médico de Butner (prisión en Carolina del Norte), indicó que no estaba enfermo pero ante la misma firme respuesta aceptó:  “Está bien”. 

“Me pusieron las esposas, la caja negra que no permite mover las manos. En la terminal aérea había un gran dispositivo de seguridad. En Butner, indagando, supe que realmente estaba en el lugar y que allí había un grupo de trabajo, por lo que pensé que me habían trasladado por conveniencias.

“Ese lunes, a las 4 de la tarde, me llevaron para una unidad y me dejaron en el hueco, me dijeron que me recogerían a las 7 de la mañana. Pensé en el trabajo que me darían, tratando de no ilusionarme con la posibilidad de quedar en libertad. Al día siguiente, el guardia que me fue a buscar me preguntó: –¿Estás listo?. Sí –respondí. Después vino otro con la misma pregunta, a lo que contesté nuevamente: –Sí, sí, listo”.

A Tony le pusieron de nuevo las esposas y casi a marcha forzada caminó por el pasillo junto al guardia que no se detuvo ni cuando sonaron las alarmas de seguridad: “No te pares, dijo”. Presumiblemente un incidente acababa de ocurrir y movilizó a gran cantidad de agentes.

Traía puesto un pulóver blanco y en medio del pasillo le dijeron: “Levanta las manos”. Le pusieron una camisa de caqui. Lo dejaron en un saloncito, pensó que por seguridad debido a la situación de afuera. Aún sin saber qué ocurría, vio a alguien que se le pareció a Gerardo, para asegurarse lo llamó, y entonces sucedió el encuentro soñado. Hacía 12 años que no se veían. Ramón llegó después.

Luego del chequeo de los documentos, todos en regla, les dijeron que al otro día, en la mañana, estarían en Cuba. De madrugada los llamaron para que se pusieran el uniforme con el que llegaron a La Habana. La emoción del regreso no lo dejó dormir. En el avión les permitieron hablar solo en inglés, pero de todas formas la alegría era inmensa.

Atrás en la prisión, junto a los malos momentos y la injusticia, quedó colgada la ropa que tenía puesta, una camisa y el pantalón que había heredado de René.    

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