Luego de 25 años sin estar contemplado en una competencia oficial, el ascenso a la Gran Piedra será uno de los mayores atractivos del Clásico de Ciclismo Guantánamo-La Habana, previsto del 11 al 22 de febrero, antesala esperada de la Vuelta a Cuba para el año 2016.
El programa de los organizadores colocó para la segunda etapa el premio categoría A, que en la década de los 80 del siglo pasado fue considerado uno de los más fuertes del mundo para cualquier pedalista. Su último ganador, en 1989, fue el habanero Israel Torres, en un tramo similar al que se correrá ahora, de 114 kilómetros, desde la capital guantanamera.
Otra recuperación importante en este giro será la contrarreloj por equipos, señalada para el segmento Cauto Cristo-Holguín, mientras la penúltima fecha reservará la prueba contra el tiempo individual en el tradicional recorrido Varadero-Matanzas.
Por supuesto, no faltará la empinada subida a Topes de Collantes, en tanto, el cierre pretende ser un circuito en el Prado capitalino (al menos tres vueltas), tal y como ocurría hace un cuarto de siglo, con meta final frente al emblemático Capitolio.
Según precisó el comisionado nacional, Héctor Ruiz, la arrancada deben tomarla 15 sextetas nacionales, a las cuales pudieran sumarse equipos extranjeros de Ecuador, Panamá y Guatemala, que han mostrado interés en rodar por nuestras carreteras, a pesar de no estar inscrito este certamen dentro de las pruebas oficiales en el calendario de la Unión Ciclista Internacional.
Los esfuerzos de todas las provincias en la reparación de algunas vías y la probada organización de la Federación Cubana de Ciclismo harán, de seguro, de este Clásico una fiesta popular, pues la caravana pasará por 13 provincias. Ojalá y sea este año el último sin Vuelta a Cuba —muy similar en el diseño a lo que veremos este febrero—, pero con premios metálicos y exigencias internacionales que hoy todavía no alcanzamos a cubrir.
