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Otro enero de Victorias

Cuentan que aquel enero victorioso —56 años atrás— fue como un relámpago de luz para los cubanos humildes. Cuentan que la noticia del triunfo corrió de boca en boca. La gente inundó las calles, la alegría bañó los rostros y la esperanza de una Cuba libre exacerbó los sentimientos patrióticos de sus hombres y mujeres.

Ahí están los testimonios. Las fotografías y las imágenes guardadas de la época dan fe de un pueblo desbordado de aspiraciones; hasta ese momento no tenidas en cuenta. Los hechos, arremolinados en el tiempo convocaban a las grandes masas, y los barbudos bajados de la Sierra, como dioses de carne y hueso, sentenciaban que una nueva era estaba por nacer.

Así fue el alumbramiento. Un líder llamado Fidel condujo a la victoria y la Revolución triunfante arrastró a millones de seguidores, porque ante todo dignificaba al ser humano y le ofrecía  oportunidades sin tener en cuenta otras diferencias.

Han transcurrido 56 años desde aquellos días convulsos y felices en que la Patria se irguió para siempre. Entonces, hoy 1° de enero los recuerdos son recurrentes. Resultan inevitables —en algunos casos quizás dolorosos— para aquellos que coadyuvaron al triunfo; imprescindibles para quienes heredaron por derecho propio las bondades de la Revolución, e ineludibles para las más jóvenes generaciones de cubanos que ahora ven muy lejanas las proezas vividas por aquel entonces.

Motivos para festejar sobran. Las buenas nuevas dadas al pueblo  el pasado 17 de diciembre, en la alocución especial del Presidente Raúl Castro, ratifican una vez más que el camino recorrido, muchas veces arduo y espinoso, no ha sido en vano.

Diciembre cambió los semblantes de la gente, la noticia, como aquellos días finales de 1958, corrió de boca en boca: ¡Por fin el regreso tan esperado de Gerardo, Ramón y Antonio!, los tres héroes cubanos que aún guardaban prisión injusta en los Estados Unidos. Otro enero victorioso aguardaba a los cubanos.

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