Eran aproximadamente las 10 de la mañana. Caminaba por la calle Lucas Ortiz, casi frente a la placita Calé, y escuché llamadas de auxilio. Es cuando veo a un joven intentando arrebatar una bicicleta a un señor ya mayor. Una mujer trataba de impedir el atraco, pero el ladrón le dio un golpe. En ese momento el timador trata de darse a la fuga, viene en mi dirección, le pongo una zancadilla y cae al suelo. Entonces llegó un joven y me ayudó a sujetarlo, mientras yo llamaba al 106. Acto seguido acudió al lugar una patrulla que trasladó al bribón y a la señora lesionada hacia la unidad de la Policía Nacional Revolucionaria para instruir el caso.
El autor
Es Ramón Ramírez Leyva, Monguín para familiares y amigos. Nació el 31 de agosto de 1945, en Esprei, un barrio rural del actual municipio de Puerto Padre, en la zona norte de la provincia de Las Tunas.
“Un batey de trabajadores agrícolas”, abunda Ramón y comenta que en esos años era colonia de los americanos, de un tal Míster Hill, en zona dominada entonces por la Chaparra Sugar Company.
“Mi papá fue carretero y capataz en los cortes de caña, pero ni así alcanzaba para vivir con decoro. Éramos 10 hermanos –seis varones- y solo pudimos estudiar después del triunfo de la Revolución. Eso sí la honradez no faltaba, esa virtud nos la inculcaron desde la cuna”, rememora.
Su formación ética, pese a la escasa instrucción, lo llevó a desempeñarse por muchos años como subjefe de un sector de la PNR en parajes rurales del actual municipio de Manatí, y ya jubilado no desiste en proseguir alerta contra cualquier hecho que altere la buena convivencia.
Y Ramón conserva, a sus casi 70 años de edad, envidiable corpulencia y la disposición de enfrentar decididamente cualquier hecho que altere la tranquilidad ciudadana y ponga en peligro la salud de la Revolución, “por esta obra doy hasta la vida si fuera necesario. Esas manifestaciones tenemos que enfrentarlas todo el mundo, con palabras y con hechos”, dice.
Ahora Monguín -ya es mi amigo- es custodio en la sede del Comité Provincial de la Central de Trabajadores de Cuba en Las Tunas, donde recibió en acto público y muy emocionado el reconocimiento de sus compañeros, porque su actitud mereces réplicas cotidianas ante un mal del que hay que preservar nuestras calles.