La pequeña bahía caribeña de Portete acaba de sumarse a la lista de parques naturales colombianos que incluye más de medio centenar de sitios con paisajes, ecosistemas y climas diversos según difundió esta semana la oficina de la presidencia colombiana.
Situado en el departamento de La Guajira, el escenario posee una superficie total de 125 mil kilómetros cuadrados. Abundan las formaciones coralinas, los pastos marinos y los manglares. Abriga a numerosas aves, crustáceos, moluscos, tortugas, peces como el mero, róbalo, pargo, lisa, sierra, sardina, erizos y armadillos; además de murciélagos, zorros, y una importante población del caimán de aguja o Crocodylus acutus, animales protegidos ahora por las regulaciones previstas para los parques naturales.
La categoría concedida a Portete favorecerá la protección de las riquezas que atesora, tanto en el ámbito costero como mar adentro, comentó el ministro para el ambiente, Gabriel Vallejo.
La nación suramericana es el segundo país más rico en especies del mundo pues una de cada 10 variedades de la flora y la fauna —terrestres o acuáticas— viven en su territorio. Actualmente posee cinco parajes distinguidos como Reserva de la Biosfera, entre ellos la Sierra Nevada de Santa Marta, Seaflower y el llamado Cinturón andino.
Pero Portete también es un puerto de valor histórico antiguamente conocido como El Portichuelo. Desde 1544 hay constancia de que los españoles lo usaron como uno de los lugares por donde introdujeron ilegalmente en la región a esclavos prevenientes del continente africano.
La nueva declaratoria multiplica entonces la visibilidad de un territorio social y ambientalmente complejo donde aún duele la masacre cometida contra su población indígena (wayuu) en abril del 2004 por paramilitares apoyados por elementos de la fuerza pública.
Actualmente Portete sigue siendo un escenario complicado. Cerca del área protegida se realizan actividades portuarias para la salida del carbón colombiano y operaciones comerciales propias de la vecina Zona de Régimen Especial Aduanero.
La condición anunciada este fin de semana por el presidente Juan Manuel Santos si bien beneficia la región desde el punto de vista medioambiental, no está completa si no tiene en cuenta también las garantías políticas y sociales necesarias para que los wayuu puedan seguir habitando el espacio con armonía y justicia.