“Nuestra gratitud será eterna, porque ustedes son símbolos imborrables para las actuales y futuras generaciones de cubanos frente a los desafíos del hoy y del mañana”, expresó esta mañana el presidente del Parlamento Cubano, Esteban Lazo Hernández, en las palabras de apertura de la última sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en su VIII Legislatura.
“Ya están los Cinco aquí —dijo—. Todos físicamente, porque ustedes, Gerardo, Ramón, Antonio, René y Fernando, jamás estuvieron ausentes en el corazón del pueblo, ni en la Asamblea Nacional que los representa.
“Por eso es tan grande la alegría, tan incontenibles las lágrimas y tan sinceros los aplausos; no solo desde San Antonio a Maisí, sino también en los que en el mundo se han emocionado tanto como cualquier cubano”.
En una breve y sentida intervención, ante un Parlamento emocionado y agradecido por la presencia de los Héroes, Lazo subrayó “el aliento de ustedes a la resistencia cotidiana de las cubanas y los cubanos; gracias por su aleccionadora firmeza, demostrativa del heroísmo de la generación formada después del primero de enero de 1959.
“Gracias por su presencia hoy entre nosotros, por todo lo que representan en la lucha histórica de los cubanos por la independencia y la justicia social, y por su ejemplo de perseverar en las ideas de la Revolución, conducida por Fidel y Raúl”.
Mostró agradecimiento también a las incansables madres, esposas, hijas e hijos y otros familiares de los Cinco, presentes en esta sesión, “quienes durante estos años, en un peregrinar por Cuba y el mundo, convirtieron la demanda de libertad para sus seres queridos, en bandera de lucha contra el terrorismo y en defensa del derecho de los cubanos a vivir en paz y tranquilidad”.
Asimismo resaltó el acompañamiento en esta jornada matutina de Juan Miguel González Quintana y su hijo Elián González Brotons, símbolos de una batalla imborrable, así como del Héroe de la República de Cuba, el coronel Orlando Cardoso Villavicencio, combatiente internacionalista, quien tras ser herido y hecho prisionero fue conducido a Somalia, donde estuvo encarcelado durante casi once años, en los que dio muestras de una gran resistencia, dignidad y lealtad a sus principios.
