La selección de los mejores deportistas del año en Cuba, en este 2014, acaba de incurrir en una penosa omisión. En una temporada de muy escasos monarcas mundiales, la lista de agraciados dada a conocer por el INDER no incluye ni siquiera a uno de los pelotaris dorados en la justa universal de Toluca.
Pareciera que todos los lauros mundiales no son iguales o que pesó demasiado lo acontecido hace solo unos días en los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz.
Nadie duda que los elegidos han hecho méritos en la campaña que casi acaba, pero los resultados deportivos siempre deben marcar la pauta en este tipo de selecciones, sea cual sea el evento fundamental del año.
La elección de Mijaín López, Idalis Ortiz y Yarisley Silva no tiene la menor discusión, por sus lauros mundiales y centrocaribeños, entre otros galardones. Pero tras ellos no debieron faltar Azuán Pérez, Anderson Jardines, Frendy Fernández y Rafael Fernández, integrantes del equipo de pala corta que sumó la tercera presea dorada de nuestro país en certámenes del orbe de pelota vasca, lo cual garantizó el quinto lugar entre 25 naciones.
Si eran demasiados para un listado tan escueto, al menos pudieron entrar los jugadores titulares en los choques decisivos (Azuán y Anderson), colocando a los dos restantes como menciones o reconocimientos.
A todas luces, la “multiplicación por cero” fue la alternativa encontrada por los decisores, enviando a estos muchachos un mensaje severo, increíble, contrario a lo que nuestro movimiento deportivo enaltece: el reconocimiento y respeto morales al esfuerzo y la lealtad de sus jóvenes atletas.
No es ocioso decir que los Mundiales de Pelota Vasca reúnen cada cuatro años a los mejores jugadores del orbe, provenientes de países ricos con una gran tradición, con España y Francia a la cabeza. Los pelotaris cubanos, por el contrario, se preparan con no pocas dificultades y han plantado bandera históricamente frente a los mejores rivales.
Este equipo, en particular, compitió con paletas hechas en nuestro país, fruto de la inventiva de sus entrenadores, mientras sus oponentes desenfundaron implementos de primer nivel, aunque mostraron menos decisión y maestría.
Para este deporte no olímpico, la cúspide competitiva se ubica en los certámenes mundiales. Si en ellos se alcanza el punto más alto y tal proeza no merece los mayores elogios en tu patria, entonces la decepción aflora, tiene que aflorar.
Pienso ahora en Azuán Pérez, considerado entre los pelotaris más completos del mundo y cuya hoja de servicio es bastante extensa pese a su juventud. Campeón y bronce mundiales, tercero en la copa del mundo del 2008 y oro panamericano en Guadalajara 2011 son algunos de sus premios. ¿Qué sentirá ahora mismo? ¿Qué ideas pasarán por su cabeza?
Azuán es, además, uno de los pocos jugadores de su generación que ha hecho carrera en nuestro país, mientras otros decidieron irse a mover la pelota allende los mares.
Aún queda tiempo para saldar este fiasco lamentable. Solo hacen falta oídos receptivos y alma de justicia.