Luce la rareza de una mezcla catalana, francesa, india taína y africana, que hace de sus habitantes risueños, sensuales, hospitalarios, y poseedores de una singular hidalguía y nobleza. En ella se combinan los toques de la tumba francesa con las melodías de la vieja trova, hilvanándose mágicamente con los acordes del changüí que baja de las cercanas lomas.
Sus calles rectas y la ausencia de elevaciones convidan a caminar de un extremo a otro de la urbe; mientras las casas más antiguas con sus horcones de madera rolliza, sus techos de zinc o tejas de barro y sus amplios portales, recuerdan la época en que por ordenanza de la corona española se expandían los comercios y crecía y desarrollaba la Villa de Santa Catalina de Guantánamo, joven dama que está pronta a cumplir, el primero de diciembre, sus primeros 144 años.
Contrario a lo sucedido en otras partes de la isla, Guantánamo, que en nombre aborigen significa “el río de la tierra”, “tierra entre ríos ”o “tierra de ríos” no fue fundada como Villa por los españoles, y sólo se le otorga este título en 1870, a petición de su ayuntamiento. La jurisdicción Guantánamo existía desde 1843 y para finales de los años 60 del siglo XIX la comarca tenía más de mil 700 pobladores.
Varios historiadores coinciden en afirmar que el título se concede como instrumento propagandístico para dar fe del respaldo de sus habitantes a la corona española, tras iniciada la primera guerra de independencia en 1868, y una segunda razón está dada por el desarrollo económico alcanzado en la zona, desde la llegada de los colonos franceses que huían de la revolución haitiana.
144 años han pasado, testigos de la incorporación de los mejores hijos de Guantánamo a las gestas libertarias del 68 y el 95, que tuvo como máxima figura de esa etapa de lucha al Mayor General Pedro Agustín Pérez, hombre de confianza de Martí.
Desde esta ciudad se comenzaron a distribuir en Cuba los primeros ejemplares de esa joya literaria que es la Edad de Oro. Y, a principios del siglo XX, sus calles fueron recogidas en la acuarela y el verso del impulsor de la vanguardia poética en Latinoamérica, el guantanamero Regino Eladio Boti, quien con su lírica universalizó su natal aldea entre el mar y la montaña.
Guantánamo, fuerte plaza comercial en los años 50 del pasado siglo, con la presencia de varias compañías norteamericanas en su territorio y la cercana base naval yanqui.
Cuna también de valerosos combatientes del segundo Frente Oriental, la ciudad fue visitada varias veces y muy amada por FranK País.
Hoy esta dama-ciudad de más de 144 años, la Villa más joven de Cuba, con más de 228 mil habitantes en la actualidad, festeja con el privilegio de ser madre de hijos como el primer cosmonauta latinoamericano, varios campeones olímpicos y mundiales y grandes músicos seguidores del legado pianístico de Lilí Martínez o del toque de las pailas de Elio Revé.
Como ya es tradicional con la llegada del último mes del año vuelve la urbe del Guaso con su guantanamero evento Fiesta a la Guantanamera, galas, presentaciones de libros y teatrales, ferias de arte popular, el singular toque de la Tumba Francesa y de los grupos changuiceros del popular barrio de la loma del chivo y otros que bajan desde las montañas de Yateras. La ciudad es entonces una gran dama de fiesta.