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Las trabas de los tributos

Matanzas cuentapropia (3)

En la Edad Media quien dejaba de pagar impuestos podía perder la cabeza, medida extrema que por suerte no ha llegado hasta la modernidad, aunque no precisamente por la inexistencia de personas que huyan de la liquidación de sus adeudos.

La evasión y subdeclaración fiscales denotan carencia de cultura tributaria en la población, quizás determinada por la larga ausencia de impuestos directos y los consiguientes desconocimientos e incomprensiones en la materia, nada sencilla, por cierto, a lo que sigue una multiplicidad de contribuyentes con mayor o menor instrucción y rango de valores ciudadanos y, por último, la cabal materialización del trabajo por cuenta propia.

Cuentas no tan claras

De otorgársele calificaciones a la disciplina fiscal bien podría decirse que el territorio santiaguero —con 33 mil 310 contribuyentes— anda camino al desaprobado, con cifras más que elocuentes, lo cual es extensivo a otras regiones del país, como Matanzas.

Si en predios yumurinos 10 mil 93 de los 39 mil 138 inscriptos en el 2013 resultaron subdeclarantes del impuesto sobre ingresos personales, en Santiago de Cuba, el 48 % deja de pagar sus tributos en la fecha prevista y se reportaron mil 33 omisos al cierre de la campaña de declaración jurada. En la propia tierra oriental, la fiscalización de 8 mil 748 cuentapropistas sacaron a la luz 4 mil 606 subdeclarantes, y en lo que va de año se ha propuesto a los órganos rectores de las diversas actividades dar baja a mil 278 contribuyentes reincidentes en los incumplimientos de los pagos periódicos.

“Todo ello a pesar de las acciones para que este sector gane en cultura”, asegura María Lina García Marrero, directora de la Oficina Nacional de la Administración Tributaria (Onat) en la indómita provincia.

“Para la alerta oportuna usamos los medios de comunicación masiva, murales, volantes, el servicio de correo, pero debemos estrechar más los vínculos con la CTC, a la que aún no le entregamos la relación de los incumplidores del fisco, algo que quedará resuelto prontamente”.

En la Onat matancera igualmente se concretan tareas a favor de potenciar la cultura tributaria, y aunque pueden ampliar su estrategia comunicativa, descuellan en la realización de programas televisivos y radiales, seminarios a tenedores de libros y cobradores/ pagadores de impuestos, además de la entrega de la Ley 113 en soporte digital a quien lo solicite, por citar algunas acciones.

Margaret Edith Hernández Sherwood, jefa del departamento jurídico de la Onat yumurina, alerta que la cultura tributaria es una necesidad de toda la sociedad. “La Ley 113 y el decreto 308 llegaron para quedarse, precisa, sin embargo la venta de la Gaceta no cubrió las demandas, se agotó rápidamente; ahora mismo no hay, y ese debe ser un material de estudio, de consulta diaria, habría que preguntarse cuántos contribuyentes hoy la tienen”.

La otra esquina

Daily Matos Cremet recibió la sorpresa de su vida cuando la Onat en Santiago de Cuba lo notificó como subdeclarante: “Jamás había dejado de pagar la cuota, ni el 10 % de los ingresos mensuales, pero al cierre de la declaración jurada de este año me llamaron y por una cuenta que sacaron en la oficina, dijeron que mis ingresos estaban por encima de lo que había escrito en la planilla, similar a lo sucedido a matanceros que optaron por no identificarse.

“Ocurrió que deduje el 100 % de mis gastos, justificados papel sobre papel, y la Ley solo reconoce el 40 % de deducción por ese concepto a los ingresos brutos”, lamenta este productor de mosaicos y baldosas. “Me faltó estudiar más lo legislado, pero de todas formas no tuve otro camino que entregar la patente. En esta actividad la única forma de fabricar elementos de piso es usando cemento.

“Ajustarme al 40 % de gastos me obligaría a bajar la producción, en una provincia necesitada de un gran volumen de materiales de la construcción; por eso le digo que la 113 está coja, mide a todos con la misma vara, sin diferenciar todavía lo suficiente las características de cada actividad ni los territorios ni la inexistencia de un mercado mayorista, y eso disgusta, desestimula y hasta retarda el progreso del país”.

José Armenteros, diestro amolador de tijeras en Matanzas, es rotundo en su apreciación: “Solo dime cuánto hay que pagar y lo pago, eso es lo único que me interesa de los impuestos; ¿Ley Tributaria? No, no la tengo y no me hace falta, el gestor se encarga de todo por mí”.

En el municipio de Cárdenas, Alexei Padrón Cruz, empleado del restaurante Don Qko, no coincide con Armenteros. “Nadie triunfa sin conocimientos, hay que prepararse, estudiar la ley, saber sus ventajas, lo que ayudan las bonificaciones”, enfatiza, al tiempo que muestra un documento donde la Onat nacional acredita que en su establecimiento la contabilidad está certificada.

Jorge Figueredo Zamora, elaborador- vendedor de alimentos ligeros en la residencial Sueño, y Maricela Cabrera Alonso, quien liderea una sección sindical de una veintena de cuentapropistas en el reparto Rajayoga, ambos en Santiago de Cuba, coinciden en que la cultura tributaria no puede reducirse al conocimiento o no de la legislación, pero también coinciden en cuanto a los vacíos que deja la 113.

“¿Por qué si Higiene me cierra el negocio durante 10 días por problemas epidemiológicos en la zona donde laboro, se pregunta Figueredo Zamora, la Onat no me descuenta los días de paralización de las ventas?”

Prepararse, estudiar la Ley, apropiarse de su contenido, no parece ser una acción muy atractiva para cuentapropistas santiagueros y yumurinos.

¿Por qué lo legislado aplica el mismo rasero por grupo de actividades en cuanto al porcentaje de gastos que se deducen de los ingresos? ¿Cuándo se abrirán los mercados mayoristas? ¿Por qué no se divulga más el destino de los aportes, en qué se utilizaron? ¿Por qué la cuota a pagar no se diferencia mejor según la localidad donde se ejerza el trabajo?

Voces sindicales

El trabajo por cuenta propia requiere de atención diferente y deferente.

El movimiento sindical ha de sumarse con más ímpetu a ello, no solo para engrosar la lista de afiliados, sino también para representarlos bien, lo que implica batallar por sus derechos y exigirles por sus deberes, un asunto que no avanza con la agilidad que debiera, aun cuando los activos sindicales con los trabajadores por cuenta propia llenan un importante espacio de diálogo e intercambio.

“Pese a que es prioridad del movimiento sindical el aporte a la formación de este tipo de cultura, se alcanzaría mejor desempeño si la Onat nos proporcionara la información, por ejemplo, de cuáles son los afiliados no estatales con dificultades”, dice Ania Hernández Alemán, miembro del comité provincial de la CTC en Matanzas, información que el secretario general de esta organización en el municipio de Santiago de Cuba, Blas Suárez Torres, califica de vital para alcanzar eficacia en tan inaplazable propósito.

Tal y como se ha dicho, el sistema tributario debe significar un instrumento activo de regulación y control de la actividad económica por el Estado; sin embargo, su efectividad dependerá de que exista una auténtica conciencia en los contribuyentes.

En ese propósito, la Onat necesita seguir perfeccionando su gestión, las direcciones municipales de Trabajo y los gobiernos locales deben asumir un papel más relevante, y verdaderas alianzas debieran establecer los organismos de relación, según las actividades a ellos afines. Aún hace falta mucho, y de muchos, para que los tributos no se traben.

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