Cargando...Por: Ana Margarita González
Cada mañana recibo como regalo una flor. Viene desde muy lejos y, aunque no me llega exclusivamente a mí, la comparto con inmensa satisfacción. La envía el doctor Ronald Hernández Torres, integrante de la brigada médica cubana que está lista para asistir a los enfermos por el virus del Ébola en Liberia.
Ronald se ha convertido en el protagonista —corresponsal de muchos medios de prensa—, y aunque algunos me han antecedido, esta fuente no está “quemada”, late en la utilidad de las redes sociales, a través de las cuales nos mantiene al tanto de todo cuanto ocurre en su equipo.
Contacté con él hace varias semanas, y ya próximos al momento en que comenzarán a trabajar directamente con los enfermos, cuando más preocupados estamos porque ellos se protejan bien para cuidar su salud y la de los demás, les entrego estos comentarios enviados desde Monrovia.
En un mensaje en la red social Facebook decía: “Como parte de su entrenamiento intensivo, la brigada comenzó su fase 3, es decir, el trabajo en el área verde o de bajo riesgo. Con la conducción de nuestros directivos, el asesoramiento de médicos de la OMS con experiencia en esta labor y la vigilancia permanente de los colegas epidemiólogos, podremos hacer nuestra la divisa de ‘cuidarnos para poder salvar vidas’.
“Esta etapa durará cinco días (exactamente hasta hoy lunes) para cada uno de los grupos y terminando estos podremos pasar directamente al área de alto riesgo. Después, el trabajo es normal, por equipos”.
Así describió su jornada: “Primero participamos en la entrega de guardia con todo el personal liberiano y del resto de África y Europa. Luego procedimos a vestirnos con el PPE (equipo de protección personal) y recorrimos la zona de hospitalización, demostrando que un mundo mejor es posible y que la manera de enfrentar este y otros problemas es uniéndonos con un objetivo común”.
Desde la primera vez que le hablé (a través del chat de Facebook), me dijo: “Ana te escribo desde un celular, tengo más de 50 mensajes pendientes, imagínate cómo estoy”. Ronald ya tiene alrededor de 3 mil seguidores en este sitio.
Cuando le pregunté cómo se siente un médico en medio de tanto peligro, contestó: “Un cubano educado como lo fue mi generación, deseando siempre ser útil y ayudar a los que menos tienen, con principios como altruismo e internacionalismo, aprecia que está cumpliendo con su deber. Hicimos el compromiso con la dirección de la Revolución, el Ministerio de Salud Pública y con nuestras familias de cumplir esta misión y regresar a la patria con la satisfacción de haber cumplido.
“Ver a la máxima dirección del país, a Raúl, a Machado, a Díaz-Canel, a Malmierca, a nuestro Ministro y a muchos otros que estaban presentes en la despedida que nos hicieron en Cuba nos conmovió y nos comprometió mucho más.
“Subimos al avión sintiéndonos por primera vez protagonistas de un hecho trascendental en nuestras vidas, estoy seguro que el más grande. El abrazo que Raúl nos dio a cada uno y la frase de ‘regresen sanos’ será inolvidable. Estoy seguro que pude responderle ‘General de Ejército ordene y confíe en nosotros’, pero esas palabras ni las entendí yo mismo, porque la emoción no me dejaba concentrarme”.
Sobre la protección comentó: “Nos cuidamos entre nosotros. Siempre que se pone el traje es con un compañero del que no te puedes separar nunca. Así velamos por nuestra seguridad. La prioridad es regresar a la patria, junto a nuestra familia.
“La expectativa es lograr la mayor supervivencia de los enfermos. Lograr su aislamiento para así poder parar esta epidemia y que no se extienda ni en África ni el resto del mundo. Los primeros pacientes comenzaron a verse hoy (jueves 13 de noviembre). Vimos solo a los ingresados. A partir del quinto día de la fase 3, es que pasas visita y estás en la clasificación de los enfermos solo con tu equipo, integrado por un médico y dos enfermeros.
“No tengo miedo. Sé a lo que vine y lo que significa, desde muchos puntos de vista, que estemos aquí. Lo principal es que nuestra preparación fue buena desde Cuba, en el Instituto Pedro Kourí y en la Unidad Central de Colaboración Médica, al igual que la recibida aquí, en Liberia”.
En otro comentario que Ronald hizo a sus amigos de Facebook advirtió: “Lo más importante de cada jornada es saber cómo quitarse el PPE; los trajes no pesan, el problema es la alta temperatura que se alcanza dentro de él. Y son desechables”.
Sobre este propio equipo, el doctor Jorge Luis Quiñones, un holguinero que es parte de la brigada que labora en Sierra Leona, le escribió al colega Abdiel Bermúdez Bermúdez:
“Está formado por un overol impermeable con gorro, botas, dos o tres pares de guantes (según el modelo), gafas o pantallas protectoras, respiradores especiales que cubren nariz y boca, y el delantal. Cada vez que retiras uno de los aditamentos estás obligado a lavarte las manos.
“Hay un movimiento que denominamos ‘la danza de la vida’, para zafarnos el overol de los hombros sin tener que tocarlo. Cada paso es inviolable. Lo importante es no dejar desprotegido ni un milímetro de nuestro cuerpo para evitar contacto con el virus. Por último, nos duchamos con suficiente agua caliente y nos colocamos piyamas limpios para esperar el próximo turno de trabajo”.
A estos “protagonistas-corresponsales” nuestra gratitud; con su ayuda seguiremos informando sobre sus hazañas, y con las nuevas flores que nos lleguen tendremos las noticias de su buena salud.
