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Gran Parque Metropolitano de La Habana: Festejar al natural

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Foto: René Pérez Massola

Por: José Jasán Nieves y Elizabeth Pérez

Un espacio natural, distribuido a lo largo del último tramo del río Almendares, resalta hoy entre las opciones de contacto directo con la naturaleza más recurridas entre las que disponen los habitantes de la capital del país.

Es el Gran Parque Metropolitano de La Habana (GPMH), uno de los recodos de naturaleza en la urbe y donde se ponen a disposición de familias, organizaciones y colectivos sociales, áreas libres para el senderismo, actuaciones musicales, peñas infantiles y hasta convenciones de seguidores de animados japoneses o prácticas de deportes extremos.

“A diferencia de otros grandes parques de la ciudad, el nuestro no tiene puertas e incluye nueve comunidades dentro de su área”, explica Mercedes Arango Hernández, subdirectora de actividades del complejo capitalino. “Eso implica luchar constantemente para cuidar la limpieza del medio ambiente”, agrega al describir lo que supone el principal objetivo pero también problema de este pulmón verde.

A pocos días del aniversario 495 de la fundación de la villa San Cristóbal de La Habana, la educación ambiental será una de las actividades que priorizarán en el GPHM, como una manera de homenajear aportando. “El día 23 de noviembre llegaremos al barrio de La Guayaba, en el municipio Cerro, para involucrar a los vecinos en el saneamiento del río y la discusión de hábitos como lanzar basura y escombros a sus márgenes”, asegura Yaisén Díaz Serrano, especialista de Comunicación y Marketing de la entidad.

Pulmón natural camino a seguir sanando

Tras más de una década de labor ambientalista, las condiciones naturales de las áreas circunscritas bajo la administración del GPMH han experimentado una contención de pérdidas vegetales y descargas contaminantes en el torrente. Aunque todavía necesitan mejorar mucho más.

“Ha crecido la biodiversidad florística y faunística del Parque por la sostenida reforestación que hemos practicado, pero permanecen los mismos parámetros de contaminación del río”, confirma la subdirectora técnica del GPMH, María Bianchi. Y sentencia: “Las aguas no están aptas ni para consumo ni para baño ni para realizar la pesca comestible”.

El Gran Parque colecta todos los desechos que fluyen por el Almendares, razón por la cual sus responsables aspiran al tratamiento de residuales en los afluentes y comunidades con impacto directo en el torrente. Ante la falta de dinero para esas inversiones, apelan a proyectos de colaboración extranjera para reactivar tres plantas en los repartos Casino Deportivo y Pogolotti.

“Lo que hemos logrado es rehabilitar al 50% una de las plantas, y adquirir las motobombas para las otras dos; pero carecemos de infraestructura para hacernos cargo de todo y estamos a la espera de una empresa que las pueda instalar”, asegura Bianchi.

Mientras tanto, el ritmo creciente de polución también se ha contenido con el paulatino cierre de las industrias más contaminantes (dos cerveceras, dos papeleras, la gomera, una tenería y una fábrica de gases industriales). Para reforzar la presencia vegetal siembran bambú (Bambusa Vulgaris, o Cañabrava) frutales y ejemplares maderables.

“No somos partidarios de que el árbol que sembramos sea usado en la carpintería. La caoba y el cedro, por ejemplo, requieren varios años para su desarrollo y si los cortamos, tenemos que empezar de cero otra vez”, refiere Bianchi. “Lo que vamos a explotar en poco tiempo es la Bambusa, como recurso no maderero y en función de trabajos de artesanía”, revela.

Folclore y naturaleza

Una de las imágenes más peculiares que puede encontrarse por los senderos del Bosque es la celebración de ceremonias religiosas como el vistoso “violín para Oshún”, deidad del agua dulce que recibe numerosas ofrendas de los creyentes habaneros.

Pero la entrega de ofrecimientos a los orishas podría aumentar el impacto negativo de las prácticas sociales sobre el ecosistema, consideran las especialistas. Foto: cortesía del GPMH

“Estamos acercándonos a los grupos religiosos para que entiendan las consecuencias de dejar a la intemperie una vela encendida, animales sacrificados, ofrendas en vasijas de barro o bolsas de nylon. El asunto no es impedir los “trabajos”, sino velar por no dañar el entorno cuando se realicen”, explica Díaz Serrano.

“Hemos conversado con los directivos de la Asociación Yoruba y ellos entienden y apoyan nuestra preocupación. Pero una parte de los religiosos que vienen al Bosque no están integrados a esa organización y no acceden a las explicaciones que ofrecemos”, argumenta por su parte la subdirectora Arango.

“A veces nos integramos en sus ceremonias, y luego dialogamos con ellos. Algunos ganan consciencia, pero otros no comprenden todavía que dejar una vela encendida y provocar un fuego equivale a quedarnos sin bosque tanto ellos como nosotros”, argumenta.

“Nosotros mismos recogemos algunos desechos”, comentaron a este equipo de Trabajadores un grupo de hombres que descansaba entre el follaje la tarde de nuestra visita. “Pero las cosas espirituales sí no hay quien las quite”, admitieron.

El diálogo entre los responsables del Parque y los creyentes debe continuar, pues las prácticas religiosas en el Almendares pueden acarrear peligros para la salud. “A veces el ritual pide bañarse en el río, pero nosotros tenemos bien advertido que no debe tenerse contacto directo con las aguas ante la contaminación biológica que presentan”, señala la subdirectora técnica del GPMH.

Un Bosque tranquilo para una ciudad en festejos

Durante los años 90, la imagen del Parque ganó notoriedad por ser sinónimo de zona “peligrosa” y “violenta”. En la actualidad esa opinión es solo un estereotipo, asegura la subdirectora de actividades recreativas.

“Hemos logrado que los cubanos y turistas caminen por el bosque con tranquilidad”, dice Arango. “Gracias a la ayuda de las autoridades, hoy es un lugar de paseo agradable y son muchas las personas que realizan su excursión apreciando el río y la naturaleza”, agrega la comunicadora Díaz Serrano.

Imagen frecuente en el Bosque de La Habana. Foto: cortesía del GPMH

Con esa tranquilidad podrán disfrutarse las opciones que por el cumpleaños 495 de la capital cubana han previsto en este circuito de interacción con la naturaleza.

“Un regalo a La Habana será el concierto de Liuba María Hevia, el 16 de noviembre, en el Parque Almendares, a las 11 a.m. Allí esperamos a los capitalinos y a los que nos visitan”, anuncia la subdirectora Arango Hernández.

Como continuidad de una práctica regular de cada domingo, propietarios y entrenadores de perros celebrarán, del 13 al 16 de noviembre, su evento “Expocanina Internacional”, al tiempo que se mantiene activa la excursión “Ciudad Naturaleza”.

Con salida desde el Parque John Lennon, los sábados y domingos, un ómnibus recorre el Parque Almendares, los Jardines de la Tropical y su centro de arte, la maqueta del Parque Metropolitano y continúa hacia el Jardín Botánico Nacional. “Para reservar capacidades se puede llamar al 881 9979”, aclara la funcionaria.

Conocer el parque es también una manera de festejar, y de incidir en la mejoría de la calidad de vida de quienes recorran sus áreas. Le invitamos a que vea una selección de imágenes de la flora y la fauna de este pulmón verde de la ciudad, cortesía del GPMH.

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