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La bola picó y se extendió…

Aunque la lavadora del hospital de Yaguajay fue pintada y reparada, los años de explotación le pasan factura.
Aunque la lavadora del hospital de Yaguajay fue pintada y reparada, los años de explotación le pasan factura.

“A nosotras nadie nos obliga a utilizar esta exprimidora” -Reina Moya, trabajadora de la lavandería del Hospital General Docente de Yaguajay, pone el parche y no consigue tapar la gotera- “pero, es la única forma de agilizar el proceso; imagínese, me resulta imposible exprimir más de 90 sábanas a mano cada día.

“El agua sale a borbotones de este aparato, hasta el motor se moja. Tuvimos que quitarle la tapa porque volaba. Ahora la encendemos y nos alejamos rápidamente de la línea de 220 hasta que creemos que la ropa de cama está oreada y lista para meter en la secadora”, explicó Moya.

No es la primera vez que Trabajadores advierte sobre el peligro existente en ese espacio de la instalación médica. En el reportaje Más accidentes a la vista, publicado en este semanario a principios de año, reflejamos la realidad de un colectivo que hace casi dos décadas espera por una máquina de lavado y otras garantías de seguridad en su puesto laboral. Mientras tanto, devienen ejemplo de consagración al tiempo que tantean su suerte en una especie de ruleta rusa.

Déjà vu

Al abordar la problemática en aquel entonces, Manuel Santamaría Hernández, especialista en Medicina General Integral y director de la institución, reconoció:

“Hace mucho tiempo que la lavadora representa un peligro (…) A la provincia entró un equipo, pero se nos comunicó que no estábamos incluidos en el plan de inversiones del 2013 y por eso su destino fue otro (…) Aquí nos dejaron una secadora nueva y para el día 28 de febrero dijeron que traerían una lavadora usada y supuestamente en buenas condiciones para instalarla. Mientras tanto, la situación de antaño persiste”.

Pero, de aquellos días al sol de hoy, solo se han materializado acciones que atenúan los riesgos; sin que estos desaparezcan del todo o den a los obreros la respuesta añorada. Si fuera este el guión de cualquier telenovela, clasificaría entre uno de los más dilatados culebrones jamás apreciado por el público; aunque, para cine de horror solo falta el desenlace.

“Aquí pintaron la lavadora y le arreglaron el freno; ahora es una vieja con colorete. Lo demás sigue igual, hasta el día que suceda lo peor”, advirtió Reina, quien labora en el local desde hace tres años.

Por su parte, Juan Portal Hernández, jefe de la lavandería afirmó: “El pasado septiembre fue que echó a andar la secadora nueva, no obstante, continuamos utilizando la exprimidora que es un peligro. Además, ahora a la lavadora se le abrió un hueco en el fondo y, tanto el agua como el detergente, se salen por ahí”.

La experiencia de lo ya vivido o déjà vu es lo que se respira en el área del hospital que asume la ablución de unos 120 kg de ropa diariamente. A pesar de los paliativos como la pintura del local, el arreglo de conexiones eléctricas, el “maquillaje” de la lavadora, e incluso, la estabilidad de otros medios como guantes, botas de goma y delantales, la ansiedad por el peligro cotidiano está latiente.

De acuerdo con el doctor Juan Luis Marcelo Pentón, director  provincial de Salud Pública en Sancti Spíritus, la solución al fin pudiera estar a una distancia no muy lejana: “La lavadora que había entrado al territorio no pudo instalarse debido a la rotura de una tarjeta necesaria para su funcionamiento. Esta última fue importada y está en MediCuba. En cuanto se arregle, el equipo tendrá como destino Yaguajay”, concluyó.

La exprimidora supone un peligro para los trabajadores de la lavandería.
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