No todo es cine en la vida, aunque los trenes y sus respectivos vaqueros tengan una gran presencia en el celuloide. Hace unos meses la terminal de Tulipán, ubicada en La Habana, reinició servicios gracias a la terminal de contenedores de Mariel. En otras palabras,tenemos tren.
Con una velocidad máxima de 90 Kms/h, el viaje de La Habana a Guanajay apenas demora cincuenta minutos. Eso sí, la terminal está bien alejada del pueblo (detrás de la prisión), y si no tienes a alguien esperándote por allá, bien puedes demorar otros veinte minutos en llegar.
El único inconveniente del viaje es que no hay manera de leer durante el trayecto, pues la vibración del tren imposibilita fijar la vista. De todas formas, uno se entretiene con el paisaje, o si no, con los niños que corren al lado de la maquinaria, o le tiren piedras, o las colocan en los raíles para que salgan disparadas como proyectiles cuando las ruedas hacen contacto con estas. Peligroso pero divertido.
Algunas personas se han habituado demasiado al tren y cruzan justo antes de que pase la mole de hierro (y plástico y madera); los perros, como son el mejor amigo del hombre, los imitan; incluso los cerdos. Peligroso pero divertido.
Pero lo mejor son los horarios que te permiten viajar con comodidad fuera de las benditas ocho horas de trabajo, y a menos de dos pesos cubanos (algo así como diez centavos de dólar). Larga vida al tren, que a tantos guajiros perdidos en La Habana salvará.