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Por Deisy Francis Mexidor, especial para Trabajadores
Tal parece que el premio mayor en las elecciones de medio término (midterm) que se celebran mañana en Estados Unidos es el quién se quedará con el control del Senado, el cual, presumiblemente, pasará a manos republicanas.
Aunque en cuestiones de política no hay bolas de cristal —mucho menos ante un panorama electoral tan complejo como el de ese país—, los pronósticos apuntan a que los republicanos ganarán en la Cámara Alta las seis curules que necesitan para desplazar así a los demócratas que dominan ese hemiciclo y alzarse con la totalidad del Congreso.
No es secreto que en los comicios de mitad de mandato o legislativas, como también se les conoce, el partido en la presidencia —en este caso el demócrata (identificados por el color azul y con un burro)—, es el que más tiende a perder. Históricamente es lo que ha ocurrido.
Pero este año incidirá con mucha fuerza la pérdida de liderazgo e impopularidad del presidente Barack Obama, muy golpeado en las encuestas por cuestiones como las malas notas en su manejo de la política exterior, la poca acción en materia migratoria y las críticas recibidas por su respuesta a la cuestión del ébola.
Súmese también la crisis de confianza de los ciudadanos hacia el Gobierno, paralizado parcialmente durante 16 días en octubre del 2013, cuando los legisladores de ambos partidos no pudieron resolver en el Capitolio sus diferencias en materia de presupuesto.
Son temas que si bien están relacionados con el desempeño presidencial repercutirán, sin duda, a la hora de emitir el sufragio.
A tal punto han llegado las cosas, que candidatos demócratas prefirieron hacerse a un lado de Obama durante sus campañas en aquellos estados donde la carrera por el Senado es muy competitiva.
Animados por este escenario, los elefantes tratan de reflejar en sus adversarios las “políticas fallidas” de la administración demócrata para alejar a los votantes de las urnas, aprovechando igualmente que afroamericanos, hispanos, jóvenes y en sentido general el electorado más progresista tiende a no concurrir a estos comicios.
Esta vez la participación será menor que en el 2006 y el 2010, años en que los referentes eran la guerra de Irak y la reforma de salud del Presidente, pero el vencedor más notable podría ser el abstencionismo pues se manejan cifras superiores al 60 por ciento.
Estas elecciones estadounidenses someterán a votación los 435 representantes que conforman la Cámara Baja y que, según coinciden todos los analistas, permanecerá en poder de los republicanos (visualmente en la propaganda son los rojos y se les asocia a los elefantes).
Asimismo, irá a escrutinio un tercio del Senado (compuesto por 100 legisladores), así como otras tres butacas de la Cámara Alta en elecciones especiales por la retirada o fallecimiento de sus titulares. En total, 36 senadores.
De igual forma, 36 estados votarán por sus gobernadores y otros puestos de las administraciones estaduales.
En la actualidad los demócratas tienen 53 escaños del Senado frente a 45 de los republicanos, más dos independientes, y en la Cámara de Representantes la proporción es de 199 demócratas frente a 233 republicanos y tres puestos que están vacantes.
La pregunta del millón, como se diría en el argot popular, es si los rojos lograrán hacerse con esos seis senadores más para conseguir el poder absoluto en las dos cámaras. De suceder, Obama se las vería en una situación muy difícil en los dos últimos años al frente del despacho oval.
Hasta el momento la mayoría de los observadores asumen que los republicanos arrebatarán a los azules estados como Montana, Dakota del Sur y Virginia Occidental.
Entretanto, los azules en Luisiana (Mary Landrieu), Alaska (Mark Beigch), Colorado (Mark Udall), Arkansas (Mark Pryor) y Carolina del Norte (Kay Hagan) se baten por conservar sus butacas en medio de una campaña marcada por las turbulencias de la Casa Blanca.
De cualquier manera, en la Cámara de Representantes —que seguirá bajo la batuta republicana— hay un porcentaje elevado de escaños seguros.
Estas elecciones de mitad de período son un laboratorio donde se reflejan las contradicciones de ese país, con el ingrediente de que esta vez son, además, un referendo sobre la gestión de Obama.
