Cuando Beatriz Romeu Álvarez estudió la especialidad de Microbiología en la facultad de Biología, de la Universidad de La Habana (UH), todavía los laboratorios “tenían vida”. En la actualidad se desempeña como profesora auxiliar, y a una década de graduada ya ostenta el título académico de doctora.
Sin embargo, la añoranza de aquellos tiempos en que esos espacios donde la inteligencia y los saberes crecían entre experimentos y observaciones ha quedado en el olvido. Según contó a Trabajadores, a propósito de la actual jornada de lucha contra el bloqueo, ahora muchos de esos laboratorios solo se pueden emplear como aulas.
“Eso nos afecta la docencia, sobre todo a la hora de impartir las clases prácticas en la carrera de Microbiología, que como Bioquímica, solo se estudia en la UH, de ahí la importancia de contar con los recursos necesarios para formar un egresado altamente calificado”.
No obstante, aseguró que el claustro realiza un gran esfuerzo en aras de mantener los niveles de calidad, a pesar de no contar con todas las condiciones, lo cual limita las posibilidades de realizar clases prácticas en una especialidad en la que resultan imprescindibles.
En Microbiología, dijo, el estudiante necesita desarrollar habilidades, más allá de los conocimientos teóricos. Agregó que se trata de una disciplina muy costosa, que requiere de recursos, entre estos reactivos y equipamiento, tales como incubadoras, flujos laminares, microscopios, refrigeradores.
La UH se crece
El testimonio anterior es solo un ejemplo que permite ilustrar las consecuencias del bloqueo imperialista que desde 1962 los Estados Unidos ha impuesto a Cuba, el cual incide en todos los sectores del país, del que no escapa la educación, tanto la general como la universitaria.
Aunque no son el daño más significativo en esta última, los perjuicios económicos ocasionados durante el período de abril del 2013 a marzo del presente año ascienden —según cálculos conservadores— a casi 4 millones de dólares, a causa de ingresos dejados de percibir por exportaciones de bienes y servicios, pérdidas por reubicación geográfica del comercio, afectaciones a la producción y los servicios, entre otras razones.
Problemas para acceder a Internet y a literatura especializada, así como la adquisición de insumos, medios e instrumentos para la docencia, la investigación y el trabajo científico, son en la UH algunas de las principales consecuencias, según afirmó José Manuel Febles González, director de Relaciones Internacionales en la tricentenaria casa de altos estudios.
El caso de Biología se ve multiplicado en cada una de las 12 facultades que integran la prestigiosa universidad. De esta manera, en Geografía se presentan dificultades en el acceso a imágenes de satélite, pues la mayor parte de los sensores remotos son de empresas estadounidenses o europeas con importantes componentes de Estados Unidos.
La compra de estos insumos necesarios para los estudios geográficos se ve limitada en la actualidad, se encarece notablemente su costo o su envío a Cuba (aun siendo bajados de Internet). La afectación se estima en más de mil 500 dólares.
Asimismo, existen contrariedades para adquirir los sistemas de posicionamiento global (GPS), de gran empleo en diferentes investigaciones, y en el acceso a programas informáticos de sistemas de información geográfica (SIG); más del 90 % de estos, utilizados a nivel mundial por universidades, empresas y centros de investigación, son de origen norteamericano y las cláusulas del bloqueo prohíben vender o donar a Cuba.
Un común denominador —aseveró Febles— es la obsolescencia del equipamiento de laboratorios y la necesidad de reactivos químicos, imposibles de adquirir.
Determinadas firmas extranjeras no pueden vender de forma directa a instituciones cubanas dado el carácter extraterritorial del blo queo, de ahí que la compra se realice en terceros países, y el costo de los reactivos se incrementa tres veces aproximadamente. Las facultades de Química y de Biología comparten tal realidad.
Otra cuestión sensible es que la UH cuenta con siete residencias estudiantiles, entre las cuales hay edificios de más de 18 pisos, que albergan alrededor de mil estudiantes. En total hay ocho ascensores, pero se encuentran funcionando tres actualmente debido a la falta de piezas de repuestos y partes, en la mayoría de los casos con componentes estadounidenses.
En la residencia de 12 y Malecón (con dos bloques de apartamentos cada uno) residen más de 600 universitarios, sin contar la presencia constante de visitantes y trabajadores. Justo Castro López, el subdirector administrativo del centro, expresó que ahora de seis solo funcionan dos, uno de ellos a media máquina, pues no tienen descanso.
Lisandra Rodríguez y Elizabeth Santana, alumnas de 5º año de Bioquímica, aseguraron que en los dos primeros años de la carrera estuvieron en el piso 19 (ahora están en el 9), y eso era insoportable, pues muchas veces tenían que bajar y subir las escaleras hasta tres veces en el día.
Al ahondar sobre el asunto, Febles señaló que para reactivar los ascensores fuera de servicio, la empresa Cometal tiene que realizar la importación de los materiales necesarios a través de terceros países, y ello encarece las operaciones y retrasa enormemente la solución de las averías.
Educación Especial, Técnica y Profesional, de Adultos: las más afectadas
En la enseñanza general —a partir de un informe presentado por el Ministerio de Educación (MINED)—, el bloqueo impacta en el aspecto financiero, sobre todo por la lejanía de los mercados y las altas tarifas por concepto de flete.
De esta manera, el traslado de las mercancías del plan del 2013 requirió el trasiego de 395 contenedores, 23 más que el año anterior, pues se logró reducir costos y adquirir otros recursos. La erogación promedio del traslado de los contenedores desde China ascendió a alrededor de un millón 600 mil dólares.
“Si estas mercancías se pudieran adquirir en el Caribe o en el sur de los Estados Unidos y movilizarlos desde puertos de la Flor ida, entonces el pago sería de unos 600 mil dólares”, según comentó el doctor Lisardo García Ramis, director del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas (ICCP), del Ministerio de Educación.
Entre los mayores obstáculos mencionó las afectaciones financieras al no poder realizar operaciones en dólares; los problemas para el intercambio científico pedagógico entre Cuba y los Estados Unidos; las limitaciones para adquirir el equipamiento que precisan las escuelas especiales (máquinas braille, sillas de ruedas, y otros) y la enseñanza técnica y profesional (máquinas, herramientas, y otros instrumentos).
Antonio Quevedo, funcionario de la Educación de Adultos, comentó que esta no cuenta con lo necesario para cumplir su encargo: elevar el nivel cultural de trabajadores, campesinos y amas de casa.
Puso el ejemplo de las 40 escuelas de idiomas del país en las cuales se afecta una matrícula de 17 mil 103 alumnos, al no contar con los recursos para la adquisición e instalación de laboratorios de idiomas, indispensables para el desarrollo de las habilidades comunicativas y, por tanto, eso influye en la calidad del egresado.
Para Lisardo el bloqueo no es un hecho aislado y genera en los niños cubanos una actitud de no comprensión de algunos fenómenos. “Quisiera ver al señor presidente de los Estados Unidos explicarles a nuestros pequeños —entre ellos a los ciegos y débiles visuales— por qué ellos no pueden tener acceso a los recursos que necesitan y hay en otros lugares.
“En un país que se supone es el paladín del cumplimiento de los derechos humanos, eso me parece una contradicción. El bloqueo es un atentado contra el desarrollo y el derecho a la educación. Por eso hay que levantar la voz y la opinión pública”.