Icono del sitio Trabajadores

Milicias Nacionales Revolucionarias: La defensa en muchas manos

Combatientes del Ejército Rebelde, durante la Limpia del Escambray
Al centro, el comandante Ramiro Valdés Menéndez junto a milicianos y combatientes del Ejército Rebelde, durante la Limpia del Escambray. | Foto: Cortesía de la Revista Bohemia

Gustoso aceptó Elio Reynaldo Jiménez Jiménez cuando le invitamos a conversar sobre las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR), próximas a cumplir 55 años de fundadas. Mas hizo hincapié en la necesidad de no olvidar las surgidas espontáneamente en La Habana al caer la tiranía de Fulgencio Batista, el 1o de enero de 1959, con el objetivo de consolidar la victoria de la Revolución y asegurar la entrada del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz a esta ciudad.

“Apenas dos meses después, el 5 de marzo, en San Antonio de los Baños comenzaron a formarse las milicias populares voluntarias, integradas por trabajadores y otros sectores de la población, las cuales se replicaron rápidamente en toda la nación, en defensa del proceso de cambios que se operaba en ella. A estas les siguió la milicia campesina de los Malagones, la que al capturar en breves días a la banda de alzados encabezada por el esbirro Luis Lara en la zona de Viñales, dio vida a las MNR, cuya creación fue proclamada por Fidel el 26 de octubre del referido año.

Por entonces Elio trabajaba en control de tráfico en la oficina de Cubana de Aviación y fungía como coordinador de la milicia de La Rampa, subordinada a la de la Federación Aérea Nacional. “Unas noches marchábamos y otras las dedicábamos al arme y desarme, preparación elemental que incluía algunas clases de táctica. A medida que la Revolución se iba radicalizando arreciaban los ataques del enemigo y se vislumbraba la posibilidad de uno de mayor magnitud.

“Por tal motivo comenzó una nueva fase de instrucción militar, en la cual, por disposición del Comandante en Jefe, la CTC seleccionó a un grupo de compañeros en los centros de trabajo de la provincia de La Habana para que subieran tres veces el Pico Turquino.

“Una vez vencida esa prueba se trasladarían a Matanzas, donde pasarían el primer curso de la Escuela de Responsables de Milicias, cumplimentado del 17 de agosto de 1960 al 24 de noviembre del mismo año. En él coincidimos 38 dirigentes sindicales, muchos obreros del sector del transporte —su milicia era una de las más numerosas—, combatientes del Ejército Rebelde y de la lucha clandestina, y 15 compañeras. Todos egresamos como tenientes de milicias”.

 

“Unas noches marchábamos y otras las dedicábamos al arme y desarme, preparación elemental que incluía algunas clases de táctica”, recuerda el teniente de milicias Elio R. Jiménez Jiménez. | Foto: Heriberto González Brito

Veintiún días en pie de guerra

Del 31 de diciembre de 1960 al 20 de enero de 1961, el pueblo cubano protagonizó una gran movilización con motivo del traspaso de la presidencia de Dwigth D. Eisenhower a John F. Kennedy, en momentos en que estaba en marcha el Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro, que, firmado por el primero, comprendía espionaje, subversión, terrorismo de Estado, guerra económica y una invasión militar como objetivo supremo.

Las fuerzas se dislocaron por todo el país para proteger los principales objetivos, de manera que alrededor de 400 mil personas estaban sobre las armas. Esa importantísima movilización, en la cual de una u otra forma participó toda la población, incluidas las mujeres en la custodia de los centros de trabajo, constituyó una seria demostración de que Cuba estaba preparada para defenderse.

Ejemplar batida al bandidismo

La siembra de bandas de alzados contrarrevolucionarios —en determinado momento en todas las provincias—, fue una política de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense en cuya derrota resultó decisiva la participación miliciana.

En la zona montañosa del centro del país se asentó el mayor número de tales elementos. En su persecución, rememora el entrevistado, “de diciembre de 1960 a fines de marzo del siguiente año, se lanzó la Operación Jaula —popularmente conocida como Limpia del Escambray—, con la intervención de unos 60 mil hombres distribuidos en 80 batallo batallones de milicias obreras y campesinas, bajo la dirección de oficiales del Ejército Rebelde”. Como consecuencia, fueron neutralizados 420 alzados, 39 de ellos muertos en las acciones, y 381 prisioneros, incluidos seis de sus 10 principales jefes. Tal batida representó un duro golpe para el imperialismo, porque destruyó la base de apoyo con que contaba en su proyectada invasión mercenaria.

No obstante, las bandas proliferaron nuevamente y continuaron con sus crímenes y atropellos hasta mediados de 1965, cuando la última fue capturada.

Heroísmo ilimitado

Un segundo curso de la Escuela de Responsables de Milicias comenzó en enero de 1961, con compañeros de Matanzas, Las Villas y Camagüey. Fueron los milicianos mejor preparados de cuantos acudieron al teatro de operaciones militares para hacer frente a los mercenarios desembarcados en Playa Larga y Playa Girón, el 17 de abril de 1961. A pesar de no contar con un fuerte armamento, pero sí con gran disciplina, los responsables de milicias lograron apoderarse de Pálpite, punto neurálgico por tratarse de un importante nudo de caminos hacia Playa Larga acerca del cual Fidel señaló que si se tomaba, la batalla estaría ganada.

“En Playa Larga y Playa Girón se combatió fieramente contra un adversario muy bien armado, y en un terreno con lugares de muy difícil acceso. Fue una epopeya muy grande, en la que nuestras fuerzas no tenían gran preparación, pero sí una base militar adquirida en los centros de entrenamiento organizados por el Comandante en Jefe en previsión de lo que pudiera acontecer.

“Contra la brigada mercenaria, organizada, entrenada y financiada por el Gobierno de Estados Unidos, combatieron los miembros de las columnas especiales 1 y 2 del Ejército Rebelde, del batallón de la Policía Nacional Revolucionaria, los jóvenes de las dotaciones de artillería terrestre y antiaérea, y 16 batallones de las MNR, conducidos por sus respectivos jefes y bajo el mando supremo de Fidel, quien dirigió personalmente las acciones y los condujo a la victoria. En mi opinión, aquel triunfo se debió más a la justeza de nuestros ideales que a nuestros conocimientos de carácter militar, porque los invasores estaban muy bien equipados”.

Son estas tres situaciones en las cuales las MNR cumplieron la misión que determinó su creación, tal como sucedió durante la Crisis de Octubre de 1962 y cuantas veces se les llamó a movilizarse. Muchos de sus miembros nutrieron las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior, donde no pocos alcanzaron altos grados y ocuparon importantes responsabilidades.

Con su decidido accionar, los milicianos dieron un mentís al burlón “un, dos, tres, cuatro, comiendo m… y rompiendo zapatos” con que el enemigo pretendió humillarlos y hacerlos desistir de su empeño. “Las MNR y su adiestramiento fueron, a no dudar, una necesidad histórica”, concluye Elio.

 

Numerosos jóvenes, entre ellos los artilleros, se batieron ejemplarmente en defensa de la patria y el socialismo. | Foto: Cortesía de la revista Bohemia
Compartir...
Salir de la versión móvil