Desafian el peligro, a 89 metros de altura, un puñado de hombres que derriban la cornisa deteriorada de una de las torres más altas de los centrales azucareros de Cuba.
Una lluvia de fragmentos de hormigón cae alrededor del área de generación de vapor del ingenio Ciro Redondo, el mayor productor de de la provincia de Ciego de Ávila, cuando intento acercarme a los protagonistas del singular espectáculo.
Abajo, atento a las maniobras de sus compañeros, está Osvaldo Torres Tamayo, continuador de una tradición familiar. «Con mi padre aprendí este oficio, el único que he realizado en mi vida laboral. Comencé hace 32 años en Moa y he recorrido todo el país arreglando torres de refinerías, centrales azucareros y otras grandes industrias”
Su hijo, Osvaldo Torres Lozano, el más joven de los chimeneros con 26 años, heredó también el arriesgado empleo: “Al principio el viejo no me quería aquí porque este es un trabajo bastante peligroso, pero le dije que yo me cuidaría y aceptó”.
Cuando el pito del centenario ingenio avileño, anuncia la llegada del mediodía, empieza la segunda parte del espectáculo de los “alpinistas”, quienes cuesta abajo por el lomo de uno de los gigantes conductos, llama la atención de los pobladores del lugar.
Uno de los osados asevera que nunca ha tenido accidentes, pero “sí he pasado tremendos sustos, pues en el central Mariana Grajales, de Villa Clara, a 50 metros de altura, fui en caída libre y el guinche frenó a solo tres metros del piso, ese día no estaba para morirme.
“Otro aprieto fue en Santa Cruz del Norte, me quedé guindando en la mitad de una torre de 180 metros, por suerte abajo se dieron cuenta y me socorrieron”.
Son anécdotas de Raúl Yanes Bacallao, jefe de la brigada de 10 integrantes que construyen, reparan y demuelen chimeneas en todo el territorio nacional, cuyo grupo pertenece a la Empresa de Construcción y Montaje Especializado (ECME), de La Habana.
“Este año hemos trabajado en El Mariel y en la electroquímica de Sagua, ahora aquí en el Ciro Redondo y pronto estaremos en el central Quintín Banderas, de Villa Clara; la zafra arrancará dentro de poco tiempo y por nosotros no dejarán de hacer azúcar esas fábricas”, afirma Raúl.
Ricardo Lardueyt Rodríguez, Jorge Luis Doceff Texidor, Walbis Marcos Navarro, Juan Orestes Darromán, Javier Aponte y otros intrépidos obreros, ascienden chimeneas de 190 metros en industrias cubanas. Ellos dicen que en estas labores siguen el ejemplo de su jefe, quien dejó la responsabilidad de pañolero para ser más útil cerca del cielo.
“Mis muchachos –enfatiza Yanes Bacallao– saben cuidarse, el que menos tiempo lleva en la tropa acumula cinco años, ninguno quiere irse a pesar de que la vida corre riesgos; tanto como a mi, les gusta este trabajo, la altura y el peligro”.