Icono del sitio Trabajadores

Teatro más allá de los teatros

Gris, creación colectiva a partir de una idea de Ernesto Parra, por Teatro Tuyo. Foto:  Del autor
Gris, creación colectiva a partir de una idea de Ernesto Parra, por Teatro Tuyo. Foto: Del autor

No hacen falta una educación singular, una sensibilidad exquisita, una familiaridad cercana con las artes… El teatro, el buen teatro, entusiasma a cualquier hijo de vecino. Que lo digan los centenares de personas que encontraron a su paso espectáculos callejeros en el recién finalizado XV Festival Nacional de Teatro, que como es tradición, tuvo su sede en la ciudad de Camagüey.

En la plaza Joaquín de Agüero, por ejemplo, el Teatro Callejero Medioambiental, TECMA, de Pinar del Río, escenificó una puesta sencilla y vistosa: En busca de una antigua ilusión.

Varios actores subidos en zancos van contando la fábula a medida que avanzan por la calle, en tropel multicolor y musical. Y de paso, van invitando a los niños a que los sigan, para que no pierdan detalles de la historia.

Podría pensarse que en esta época de juegos electrónicos y computadoras portátiles cualquier entretenimiento “convencional” terminaría por aburrir a los niños. Mal pensado, porque a estas alturas es más difícil encontrar a una criatura encaramada en unos zancos que a un superhéroe de muñequitos.

Ayudan mucho los hermosísimos diseños de vestuario, el maquillaje de fantasía, el énfasis histriónico, la permanente invitación a interactuar con los personajes…

A todos nuestros pueblos y ciudades, a las pequeñas comunidades, de cuando en cuando deberían llegar grupos como TECMA. O como el Teatro Andante, de Granma, que divirtió a un público de todas las edades con Ay, Margarita o La loca aventura e increíble historia del caballero que conquistó su luz.

Espectáculo concebido para cualquier plaza, callejón o explanada, se sostiene sobre todo en el carisma de sus intérpretes, que asumen una galería de simpáticos personajes, subidos también en zancos.

Lo mejor de Ay, Margarita… es la capacidad de operar en varios niveles. Los niños disfrutan las muchas peripecias, el intercambio directo con los actores que los hacen parte de la trama. Los adultos se divierten con las implicaciones del texto, aderezado con chistes y puntuales referencias.

Excelentes propuestas callejeras: concisas, divertidas, abiertas a la espontaneidad del público. Buen teatro, más allá de los teatros.

Gris de mil colores

Teatro Tuyo, de Las Tunas, está haciendo desde hace tiempo un extraordinario aporte a la tradición del clown en Cuba, bastante maltratada por las legiones de payasos de cumpleaños.

Entre las exposiciones destacó La luz oculta. Ecos de la psicodelia en Cuba, en el Centro de Gestión Cultural.

 

Gris, su propuesta para este festival, es un ejercicio inspirado, comprometido y de singular calado lírico, lo que no le quita ni un ápice de gracia. Tres payasos extraterrestres llegan a este planeta en busca de los colores de las estaciones, desconocidos en su mundo gris. Ese es el punto de partida de un espectáculo muy imaginativo, hecho con muy poco, pero muy bien hecho.

La belleza de los diseños ya no es novedad (con su anterior propuesta, Narices, ofrecieron una clase magistral), tampoco la capacidad de los actores (qué buen gusto, qué técnica tan depurada)… pero sí llama la atención este alegato por la preservación del medio ambiente, de dramaturgia eficaz, sin necesidad de monsergas ni discursos exaltados.

Volvernos teatro

Algunos ignoran la importancia de las sesiones teóricas del festival, ajenas a la parafernalia de las funciones. Pero en esas discusiones —que este año transcurrieron bajo el feliz título Volvernos teatro— se abordan temas esenciales de la escena cubana contemporánea.

El encuentro de los críticos, que ha tenido muchos detractores, es un espacio imprescindible. La crítica, obviamente, no está llamada a refundar el teatro cubano, pero sí a alumbrar caminos, identificar tendencias, contribuir en el establecimiento de jerarquías.

No pocos temieron que las sesiones se convirtieran en enfrentamientos campales entre críticos y creadores, en ajustes de cuentas. Pero primó el respeto y el sentido común.

Entre los coloquios destacó La Avellaneda de vuelta a su reino, generador de un debate muy rico sobre el legado de Gertrudis Gómez de Avellaneda (cuyo bicentenario fue uno de los ejes de esta cita). La casa editorial Tablas-Alarcos presentó varias publicaciones, entre ellas una muy completa memoria de la anterior edición del festival.

Muy interesante resultó también el Pitching de Dramaturgia, que presentó fragmentos de textos en voz de sus jóvenes autores. La pretensión es explorar las posibles coincidencias entre dramaturgias emergentes y sus concreciones escénicas. Es un tema bien polémico, al que le dedicaremos más espacio en estas páginas.

Camagüey, la plaza

Nadie duda de la capacidad de Camagüey para organizar cada dos años el Festival Nacional de Teatro. Lo que un día fue un sueño es ahora una realidad perfectamente consolidada. La ciudad vive la fiesta con un entusiasmo ejemplar.

Camagüey sigue siendo la vitrina del mejor teatro que se hace ahora mismo en Cuba. De acuerdo, es un teatro perfectible, un teatro con altas y bajas. Un festival no va a resolver las carencias de la escena cubana contemporánea. Pero sí puede promover los ejercicios más interesantes, los que marcan hitos.

Como parte del programa artístico del festival, David Blanco ofreció un concierto muy bien concebido, con la dirección de René de la Cruz (hijo) y las luces de Manolo Garriga. Foto. Del autor
Compartir...
Salir de la versión móvil