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Bloqueo: la “creatividad” de Obama y nuestra resistencia

En noviembre pasado, en una visita a Miami con fines de recaudación de fondos para el Partido Demócrata, el presidente Obama reconoció que la política de Estados Unidos hacia Cuba era obsoleta y que debía continuar actualizándose de forma creativa y reflexiva.

Quienes pensaron que semejantes declaraciones significaban algún avance en las relaciones entre ambos países, se equivocaron. Los meses siguientes demostrarían en qué consistían las mencionadas maneras “reflexivas” y “creativas”.

Obama no tuvo que reflexionar, sino proceder con su acostumbrada rutina, cuando extendió un año más la aplicación de la Ley de Comercio con el Enemigo promulgada como medida de guerra en 1917 para restringir el comercio con naciones consideradas hostiles, lo que se traduce en su determinación de mantener intacto el criminal bloqueo contra la Mayor de las Antillas. Pasó nuevamente por alto el detalle de que Cuba y Estados Unidos no están en guerra para justificar la aplicación de semejante ordenanza.

Como señaló en una entrevista a nuestro órgano de prensa la destacada jurista ya fallecida Olga Miranda, quien tuvo que lidiar con esa criminal política desde su promulgación por el presidente John F. Kennedy en 1962: “Bloqueo es asfixia, es tratar de ahogar a una entidad, persona o país, es una medida genocida, que trata de agotar al pueblo de Cuba, de llevarlo a un estado de desesperación. No hay bloqueo pacífico”.

En cuanto a la “creatividad” con que dijo Obama debía actualizarse la política de su país hacia Cuba, la demostró este año con el acoso sin precedente a la actividad bancario financiera. Un ejemplo reciente fue lo ocurrido al banco francés BNP Paribas, uno de los mayores de Europa, a quien Estados Unidos impuso una mega multa de 8 mil 970 millones de dólares, la mayor impuesta en toda la historia del Gobierno de Estados Unidos por violaciones del bloqueo a Cuba y de las sanciones contra terceros países.

Al inquilino de la Casa Blanca no le preocupó que se tratara de una acción violatoria de las normas del Derecho Internacional que califica como una aplicación extraterritorial e ilegal de la legislación norteamericana contra una entidad extranjera. Y es que seguramente se sintió alentado por las muchas veces que lo había hecho antes, con total impunidad. Quien calificó de obsoleta la política de Washington hacia nuestro archipiélago, obligó, entre enero del 2009 en que asumió la presidencia hasta el 2 de junio del 2014, a 36 entidades estadounidenses y extranjeras a pagar casi 2,6 miles de millones de dólares por relacionarse con Cuba y otros países, cifra que ascendió a 11 mil millones de dólares al agregarse la multa al banco francés. La “creatividad” de Obama ha sido convertir el bloqueo, además, en una implacable guerra financiera.

Ninguna esfera de la vida cubana ha escapado de esta política criminal. Siete de cada diez habitantes han nacido y crecido bajo los efectos de ese castigo colectivo, el más prolongado que ha sufrido nación alguna en el mundo, y que se ha convertido en el principal freno al desarrollo. El bloqueo, como ha subrayado el General de Ejército Raúl Castro Ruz, tiene incidencia directa tanto en las mayores decisiones económicas como en las necesidades más elementales de cada cubano.

Algunos asalariados del imperio, en su empeño por librar de culpas a Estados Unidos, al referirse a nuestras dificultades no mencionan al bloqueo o pretenden restarle importancia al considerar que este ha sido solo el pretexto para justificar nuestra supuesta incapacidad de llevar adelante un proyecto de sociedad independiente y próspera.

A quienes así piensan podríamos preguntarles: si hemos resistido durante más de 50 años todo tipo de presiones sin doblegarnos, y avanzar en muchos terrenos a pesar de los escollos, ¿qué no seríamos capaces de hacer si se levanta el bloqueo? Pero dejarnos actuar libremente no es ni ha sido el propósito de las sucesivas administraciones estadounidenses que han apelado a este recurso para conseguir su histórica aspiración de someter a los cubanos.

No ocultamos sin embargo nuestras insuficiencias: Raúl ha llamado a sumar a todos a la batalla cotidiana contra los errores propios que agravan las dificultades derivadas de causas externas, en especial del bloqueo.

La oposición a este engendro genocida ha adquirido un carácter universal. Pronto la comunidad internacional tendrá la oportunidad de pronunciarse contra esta criminal política mediante su voto en la ONU, mientras que aquí la ha derrotado, año tras año, nuestra resistencia.

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