Hace 28 años Vivian Zayas Estivens recorre los mismos caminos, esos que la llevan por entre maquinarias, piezas de los más diversos tipos, soldaduras, calderas y más.
Desde el momento mismo en que optó por la carrera de Ingeniería Mecánica esta morena santiaguera sabía que los retos serían grandes, pero jamás imaginó que la vida le pondría metas de gran vuelo, y mucho menos que se empinaría tan alto para superarlas.
Como nunca fue mujer de medias tintas, desde que llegó a los predios de la termoeléctrica Antonio Maceo, de Santiago de Cuba, allá por 1986, asumió cuanta misión le dieron, pero una la atrapó sin límites de tiempo y esfuerzos.
“Desde 1987 dirijo la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (Anir) en mi centro, algo que se dice fácil pero no lo es porque significa encauzar a la organización con el ejemplo como premisa, en tanto si le vas a pedir un extra a los demás primero tienes que darlo tú”.
Desde entonces a la fecha, en que asume el cargo de especialista A en mantenimiento industrial en el departamento de programación y control de la Empresa de Mantenimiento a Centrales Eléctricas (Emce), Vivian ha derrochado creatividad al por mayor, al punto de acumular méritos más que sobrados para erigirse con el Premio al innovador que logra mayor impacto económico y social, un reconocimiento que otorga el Buró Nacional de la Anir y que comparte en este 2014 con otros cuatro aniristas del país.
Aún cuando siente honda satisfacción personal, Vivian prefiere, más que de ella misma, hablar de quienes cada día le tienden las manos para secundarla en sus ideas.
“Son muchos los que me apoyan, comenzando por la familia y por mis compañeros del taller de pailería, tubería y maquinado, en particular Juan Esparraguera y Danilo Ductel.
“Con el esfuerzo de todos concretamos tres importantes soluciones que tributaron al Premio, una es la modificación del sello periférico de los calentadores de aire regenerativos, la otra es un dispositivo para la fabricación de los elementos de sujeción de las compuertas circulares de los ventiladores de tiro inducido, y la tercera otro dispositivo para la recuperación de los ejes de las compuertas de esos propios ventiladores”.
Dicho así tal vez no se comprenda bien la dimensión de lo hecho por Vivian y sus compañeros, pero cuando se resume el impacto que tuvo la materialización de cada una estas ideas hay una mejor valoración del aporte.
“Se alcanza más eficiencia en las calderas, detalla la innovadora santiaguera, se ahorra combustible, se acortan y agilizan los mantenimientos, hay más rapidez en la puesta en servicio de los equipos, disminuye el esfuerzo físico de los trabajadores del área, se evita la compra de los dispositivos en el extranjero, y en el orden monetario se logra un ahorro de alrededor de 523 mil 781 pesos”.
Alcanzar el Premio y ser invitada al congreso de la Anir son cuestiones que enorgullecen y hacen feliz a Vivian, una mujer que ya prepara sus maletas para la partida rumbo a La Habana, y a la vez se ahonda en la programación de un servicio de mantenimiento a la planta niquelífera de Moa.
“Es que no me puedo detener, el trabajo me absorbe, son muchas cosas las que tengo por hacer, especial algo en lo que estoy pensando ahora, el diseño de un software para el cálculo de procesos tecnológicos, pero bueno, no te cuento más, eso queda pendiente para otra conversación”.
Así termina el diálogo, en medio del ir y venir del taller a la computadora, viceversa, y tras las últimas palabras asumo que coloca tras puntos suspensivos para dejar abierta la posibilidad de volver a adentrarnos en su mundo creativo, ese en el que sin duda alguna se erige como una mujer de impacto.
Acerca del autor
Periodista cubana. Máster en Ciencias de la Comunicación. Profesora Auxiliar de la Universidad de Oriente. Guionista de radio y televisión.