Para encontrar la excelencia verdadera hay que “tocar” La Campanita.
No se trata de ese pequeño instrumento metálico, con forma de copa invertida, que suena al ser golpeado, como en las pruebas de fondo en el atletismo para anunciar la última vuelta. La Campanita es un centro de mejoramiento genético, sin grandes pretensiones científicas, pero sí prácticas, que funciona desde hace 15 años en la periferia de la localidad de Cumanayagua, en la provincia de Cienfuegos, y que tiene el mismo nombre del sitio donde está ubicado.
La credencial primera que muestran al visitante es convincente: ha merecido en tres ocasiones la categoría de Excelencia que otorga el Grupo Nacional de la Agricultura Urbana y Suburbana.
El centro tiene como función principal garantizar la gestación de diversos tipos de animales a través de la monta directa, o sea, “a la antigua”, pero con sementales que tienen un elevado potencial genético.
Allí laboran 18 trabajadores, liderados por una persona que se ha ganado a través del tiempo el respeto y la admiración de muchos, sobre todo por su consagración permanente a las tareas que le corresponden. Pablo Manuel Hernández Moreno, a quien todos llaman Manolito, el administrador del centro, es el alma de La Campanita. Nada fuera allí igual si él no hubiera estado durante los 15 años transcurridos.
Es de baja estatura, delgado, de hablar pausado y seguro y no es de los que andan pensando en reconocimientos o condecoraciones. Lo de él es trabajar, cumplir y hacer las cosas bien en cada jornada. No obstante, quienes merecen los galardones, deben recibirlos.
Con él dialogamos, precisamente, el día que le entregaron al colectivo la condición de Vanguardia Nacional del Sindicato de Trabajadores Agropecuarios y Forestales (SNTAF) y a él, el sello conmemorativo Aniversario 75 de la CTC.
“Aquí tenemos cinco especies de conejos, tres porcinas, dos avícolas, cinco vacunas y dos equinas. De estas últimas sobresale un semental que es famoso en todo el centro del país y hasta en otros lugares más alejados. Se llama Vendaval y de él se han obtenido más de mil crías”, explica Manolito.
“Prestamos servicio a todo el territorio del municipio de Cumanayagua, buscando siempre el mejoramiento genético, pero viene gente de Ciego de Ávila, Villa Clara, Sancti Spíritus, Matanzas… A todos los atendemos de la mejor manera posible”, agrega.
Al preguntarle si solo se dedican a propiciar la gestación de los animales, responde: “¡Qué va!, también tenemos 26 variedades de pastos y plantas proteicas para fomentar la alimentación del ganado, vendemos semilla de calidad a los ganaderos de Cienfuegos y de otras provincias, como Artemisa y Pinar del Río, y un micrordeño”.
Sobre la efectividad de la labor que ejecutan argumenta: “El nivel de gestación es alto. Tenemos como norma ofrecer garantía, pues las personas pueden traer los animales cuantas veces resulten necesarias hasta que se logre la gestación”.
En La Campanita aún quedan proyectos por materializar. El colectivo quiere incrementar los servicios, con un mayor número de especies, y mejorar aún más el banco de semillas. En todos los empeños han tenido el apoyo y asesoramiento de la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA), el Grupo Nacional de la Agricultura Urbana y Suburbana y la dirección de la empresa pecuaria El Tablón.
Y en cada nuevo propósito estará —como siempre— Manolito al frente, con sus 78 años de edad cumplidos, 57 de ellos vinculados a la ganadería.
“El trabajo activo es el que mantiene vivo a uno. Cuando alguien se ‘achanta’, hasta ahí llegó”, afirma.