Se termina agosto y con él las vacaciones y el descanso de la vida laboral y estudiantil, las fiestas, la playa. Ya se le está diciendo adiós al esparcimiento a piernas sueltas, al disfrute de largas horas sin hacer o haciendo lo que se desea sin control, pero quedan los recuerdos, las huellas, las quemaduras…
A los camagüeyanos les quedará más: recordarán los libros vendidos en medio de la calle República, el concierto de Van Van, el olor a campismo, el sabor del mar o del río, las risas, los dolores del bailoteo y las fiestas, las ofertas del nuevo parque recreativo Lago de los Sueños, las tonadas de los Ángeles, de Luna Manzanares o de otros tantos cantantes que se llegaron a estos lares…
La mesa de dominó que acogió por momentos las guerras de ajedrez y que se apostaba durante estos meses en la calle ya no estará; la ropa ocasional se transformará por la de trabajo y estudio; la algarabía disminuye. Todos, grandes y chicos, volverán a su rutina, pero llenos de imágenes, coloridas u oscuras, vaya usted a saber, pero si con muchas como estas que demuestran cómo fue el verano a lo camagüeyano.
