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Espaguetis a la camagüeyana

Calidad, palabra de orden para estos hombres que se adentraron al mundo de la elaboración de espaguetis. Fotos: Orlando Durán Hernández
Calidad, palabra de orden para estos hombres que se adentraron al mundo de la elaboración de espaguetis. Fotos: Orlando Durán Hernández

Los trabajadores de la Unidad Productiva Pastas Largas Noel Fernández, perteneciente a la Unidad de Base Empresarial (UEB) Confiteras y Derivados de la Harina de Camagüey son expertos innovadores, por tal de que sus máquinas no se detengan, y estrategas por excelencia.

Hace un tiempo la bomba de vacío se les averió; llegó otra más pequeña pero no les ayudaba con sus ideas de grandes producciones: debían parar repetidamente y les afectaba la calidad de los espaguetis.

A José Alberto Quiroga Socarrás, jefe de turno, no le gustó lo que sucedía, por lo que instó al director para que lo dejara encontrar una solución. “Muchos no estaban de acuerdo con que la tocaran, decían que era mejor esperar a comprar otra, pero las producciones destinadas a la divisa se habían interrumpido. No se pensó más y se le cambió la empaquetadura, y de 460 milímetros cúbicos se transformó en una de 620”, como contó Frank Hernández Amores, jefe de producción.

Antecedentes de una historia

En esta instalación, ubicada en Senado, consejo popular de Minas, municipio de Camagüey, funcionaba anteriormente un central azucarero, que durante décadas sustentó a miles de mujeres y hombres. Tras su cierre se instauró allí la fábrica de espaguetis, una de las cuatro del país.

El mes de junio, de hace seis años marcó el arranque de los motores. Durante esas fechas las cosas marchaban bien, pero en el 2011, con el mal trabajo, llegaron el atiborramiento de las producciones, quebraduras, faltas de piezas de repuesto… que provocaron pérdidas de tiempo y de las elaboraciones.

Los dos años que le siguieron no mejoraron mucho: en el 2013 más de mil 200 toneladas y de 72 días de producción se perdieron y todo, por roturas.

Con sabor a esfuerzo

Cándido Canter Villarreal, actual director de la Unidad Productiva, cuenta que cuando llegó a la entidad a finales del 2013 el panorama aún pintaba mal. Pero el tiempo ha transformado todo: “Con la materia prima este año no hemos tenido problema y desde que estoy aquí los envases, importados desde Italia, nunca han fallado –asegura Canter Villarreal –. Antes nos parábamos por abarrotamiento pero hemos ganado en organización y no dejamos que el almacén, concebido por los fabricantes para extracciones diarias, se llene.

“Lo primero que hicimos fue lograr que una gran cantidad de producto terminado se saque con recursos propios. Y se ha eliminado la practica de la circulación de camiones de cargas vacíos, pues los contenedores que entran llenos de materia primas se van llenos de producciones”.

Claro que buena parte de estos logros son gracias “al control, a la planificación, a la dirección colegiada, al diálogo y a la cohesión que existe con la UEB y al trabajo que se ha coordinado sistemáticamente, eso es lo que faltaba,”, aseguró el directivo.

Sus productos se destinan a la propia Camagüey, las Tunas y Ciego de Ávila, y desde hace algunos meses se dirigen además a Holguín y a La Habana. Ante este aumento de trabajo pensaron en la importancia de la detección temprana de posibles averías para evitar paradas innecesarias, por lo que ya se agenciaron un par de rodamientos para las bombas de vacío, una de las piezas más problemáticas y los evaporadores  cuentan con la seguridad de una reparación más rápida gracias al apoyo de técnicos de la fábrica de cal.

Por eso no es raro ver grandes utilidades o aumentos en el índice de eficiencia fabril que denotan índices de consumo por debajo de lo permisible, un ahorro de materias primas que no dañó al producto final ni a la calidad, solo un incremento de 68.7 toneladas por encima de las 3 mil 665 planificadas para el primer semestre del año.

Y es que los más de 100 trabajadores saben de apegarse a su puesto para que los espaguetis camagüeyanos que se destinan a la canasta básica, o se expenden a granel en la red de mercados de Comercio o en las tiendas recaudadoras de divisas con las marcas Vita Nouva, La Pasiega y La Sin Rival, lleguen bien.

Ellos se desvelan cuando sus “flacos” salen rayados por bordes sucios o llenos de pintas blancas por algún cambio de humedad, pero les preocupa el insuficiente pago por su labor: “La inconformidad la conoce hasta la dirección nacional de la empresa y nos dicen que buscan soluciones, pero no pasa nada. Nuestro sistema de pago es a destajo, pero insuficiente, porque solo ganas veinte centavos por toneladas y debería ser más”, asegura Norberto Carter Grenidgs, jefe de turno y secretario del sindicato.

Para este año aumentan en más de 700 las toneladas de sus producciones, pero la entrega de una jaba con productos alimenticios no es la forma en la que estos hombres esperan que se reconozca su labor. Si las buenas prácticas empresariales elevaron su rendimiento por qué no reconocer los servicios que ellos realizan con una mejor remuneración.

 

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